Una dama de la Corte prusiana se quejó ante Federico el Grande, diciendo: _Majestad, mi esposo me trata mal y dice cosas horribles de mí. El monarca se encogió de hombros y respondió: _Señora, eso no es cosa mía.
La dama, no satisfecha con la respuesta le dijo:
_ Pero, Señor, es que también habla mal de usted… Federico El Grande, más amigo de las frases que de hacer justicia, le contestó:
_ Señora eso no es cosa suya.