Julio 27 de 1813: entre este día y los primeros de agosto, fusilaron en nuestra ciudad a los insurgentes Ruiz, Rodríguez, J. Francisco Carrasco, Pedro Cervantes, Francisco Peña, Pedro de Ávila, Juan Rodríguez, Francisco López, Antonio Reyes, Guillermo de Ávila, José María Guajardo, José García, José Rafael Reyes, Francisco Valtierra y Miguel Escamilla. Estos insurgentes son héroes cuyos nombres debieran honrar las calles de la ciudad, pues en Nuevo León la independencia pasó casi desapercibida, si se compara con otros estados.
A la muerte de los grandes jefes insurgentes la guerra de independencia se trasladó al sur con Morelos, Guerrero y Álvarez, y a Veracruz con Guadalupe Victoria. Sin embargo, el insurgente tamaulipeco Bernardo Gutiérrez de Lara, huyendo del comandante Joaquín Arredondo, desde Luisiana y Texas operaba guerrillas en las Provincias Internas de Oriente. En mayo de 1813, Gutiérrez de Lara tomó San Antonio de Béxar, y lanzó varias expediciones. El 3 de julio de 1813, José de Herrera atacó Monterrey con 200 hombres de Pesquería Grande, (hoy García), entrando por la hoy calle Hidalgo. La tropa Real del capitán José María de Sada, se defendió por más de dos horas, quedando la batalla sin triunfador, retirándose los insurgentes pero se llevaron un cañón y 200 voluntarios -entre pobres y desertores- de Sada. De Herrera, Villagrán y su ejército fueron atacados por los españoles Timoteo Montañez y Adeodato Vivero, en La Chorreada, jurisdicción de Salinas (hoy Salinas Victoria), y triunfaron los realistas: 52 insurgentes muertos, muchos heridos y 27 prisioneros. Un artillero desertor de la Compañía de Monterrey, Leandro de la Cruz, fue fusilado momentos después de la batalla, por traidor y capturado in fraganti; se le fusiló en la plaza de Salinas y se colgó su cabeza de un árbol para escarmiento público. Entre otros juicios, José María Peña, desertor del presidio de San Fernando (Tamaulipas) que participó en el asalto a Monterrey fue cpondenado y fusilado el 28 de julio.
El 27 de julio se condenó a muerte al indio pame José María González, mozo de silla (caballerango) de la misión de la Divina Pastora, pero como no entendía lo que eran el sacramento de la reconciliación y la eucaristía, antes de fusilarlo se le perdonó la vida. Las leyes de Indias prohibían matar aborígenes no civilizados aún en pecado.
Otros ocho insurgentes de clase humilde fueron azotados en público de entre 10 y 50 latigazos según su culpa, y entregados al Gobernador del Nuevo Santander en la Villa de Aguayo (actual Ciudad Victoria, Tamaulipas), quien los distribuyó para trabajos forzados en presidios de Perote, San Juan de Ulúa en Veracruz, y la Habana, Cuba.
Por su parte, José de Herrera y Julián Villagrán, escaparon ilesos del combate de la Chorreada, y siguieron promoviendo la independencia en el norte del Nuevo Reino de León y Nuevo Santander.
Herrera fue capturado y fusilado posteriormente en San Luis Potosí.
Julian Villagrán, apodado Julián I emperador de la Huasteca, fue aprendido por el implacable capitán general de las Provincias Internas de Oriente, Joaquín Arredondo, llamado el Virrey del Norte.
Cierto que la guerra de independencia pasó casi desapercibida por los nuevoleoneses, excepto por los insurgentes fusilados...