20/Apr/2024
Editoriales

Todos somos Dios

Melesio acababa siempre embelesado en la clase de su maestro el fraile Jorge.

En esta ocasión, Jorge terminó la clase con la frase: “Todo lo que existe es Dios”.

En verdad que Melesio no entendía bien la lección, así que se fue caminando a su casa, y en la avenida Morelos vio que venía una caravana de plataformas con artistas, animales y payasos, anunciando la llegada del circo Hermanos Pinzón.

Como no tenía hora fija para llegar a su casa, Melesio siguió la caravana por todo el pueblo, hasta que llegaron al llano donde estaban montando la gran carpa.

La caravana hubo de desbaratarse en varios semicírculos que a un lado se formaron. Melesio vio a un joven que parecía ser el dueño y le dijo que le gustaría trabajar allí durante el tiempo que estuvieran en el pueblo. El joven que era ayudante del gerente, para no negarle el trabajo optó por decirle que sí había un empleo, pero era muy riesgoso. _No me importa, lo tomo, dijo Melesio.

_Pero es que se trata de llevar a las fieras salvajes a beber agua al río.

_Lo tomo, no importa cuánto paguen por ese empleo, yo llevo a beber agua a las fieras.

El joven ya no sabía cómo desanimarlo así que le dijo:

_Cuidado, vas a llevar al elefante, y es muy peligroso con comportamiento inestable. _Claro que lo llevo, dijo Melesio, pensando en la lección de Jorge, que decía: “Todo lo que existe es Dios”.

Debuta en su trabajo llevando al elefante a que bebiera agua, y de pronto el elefante se detuvo y Melesio le dio un golpe para que entendiera. El animal enojado por el golpe, se le fue encima y lo levantó arrojándole sobre una techumbre que había enfrente.

Melesio no acababa de entender, pues él era Dios, el elefante era Dios, por lo tanto Dios no puede herir a Dios mismo. De ahí se fue directito al hospital y tras un mes de convivir con la férula salió recuperado a ver al maestro Jorge. Le explicó que el elefante Dios, arrojó sobre un techo a Dios, o sea a él. El maestro dijo:

_Sí es cierto que tú eres Dios, y que el elefante es Dios, sólo que el joven administrador también es Dios, por tanto, tú debiste haber escuchado la voz de Dios, que te prevenía de lo peligrosidad del elefante.