26/Apr/2024
Editoriales

El estrés

Hay personas más deterioradas físicamente que otras de su misma edad. Las razones pueden ser muy variadas: la genética, el tipo de vida sedentaria con mala alimentación y falta de ejercicio; o por efecto de algunas enfermedades; o lo más común, que sea el estrés enfrentado por largos periodos.

Este elemento, el estrés, es claramente un elemento de vejez prematura. Desde sus orígenes el ser humano ha utilizado el estrés como estímulo interno para enfrentar dificultades, como las que significaban los depredadores que ponían en riesgo su vida. La alerta en un organismo hace que las neuronas activen la glándula pituitaria que libera la corticotropina, la cual se disemina por medio del sistema simpático por todo el cuerpo. Luego activa la glándula suprarrenal que libera adrenalina y cortisol. Ya la adrenalina liberada incrementa las frecuencias cardíaca y respiratoria preparando a los músculos para la acción, y así el cuerpo está dispuesto a reaccionar con rapidez ante el peligro.

Además, el cortisol aumenta la liberación de glucosa en sangre y de dopamina, que viene siendo el equivalente a cargar las pilasque nos ayudan en los desafíos. Esto desde luego que trae beneficios prácticos para enfrentar los retos de la vida actual, el problema es que todo ello significa un desgaste del organismo en general, pues si se hace por demasiado tiempo comienza una degeneración que afecta a las neuronas asociadas a la memoria e inhibe la secreción de ciertas hormonas cuya carencia puede provocar depresión. La persona se convierte en irritable, y padece de insomnio, lo que incrementa la presión arterial. Todo este conjunto de efectos lleva al envejecimiento prematuro del cuerpo humano, y explica las diferencias entre dos individuos de la misma edad que aparentan ser de generaciones diversas.

El estrés puede venir de aspectos muy personales o problemas familiares crónicos, el medio donde se viva, y en muchas ocasiones del tipo de trabajo que exige una competencia permanente. No necesariamente envejece antes el que trabaja más, sino quien lo hace bajo presión en forma continua. Así que es decisión de cada uno elegir nuestro trabajo que, por otra parte, se sobre entiende a los más productivos como los más estresantes. Una persona que trabaja al aire libre utilizando sus manos y con un esfuerzo físico debe tener menos estrés que quien trabaja, por ejemplo, en inversiones fiduciarias o en la Bolsa de Valores, donde todo es estresante, mientras su cuerpo “descansa” sentado cómodamente en su escritorio y con clima artificial. Desde luego que los ingresos económicos de ambos son muy diferentes. He aquí un dilema que debemos resolver para nuestra vida. ¿queremos vivir con menos salud y menos tiempo, o queremos vivir mejor, por más tiempo? Muchas veces es cuestión de la ambición de cada uno de nosotros.