19/Apr/2024
Editoriales

Enero 7 de 192: nace en Monterrey Alfonso Martínez Domínguez, quien llegaría a ser gobernador y uno de los políticos más importantes en la historia de nuestro estado

Enero 7 de 192: nace en Monterrey Alfonso Martí­nez Domí­nguez, quien llegarí­a a ser gobernador y uno de los polí­ticos más importantes en la historia de nuestro estado. Luego de una niñez durante la cual vive los extremos económicos debido a problemas familiares, inicia su carrera en el servicio público en la escala inferior, laborando como elevadorista en el edificio sede de la Regencia del Distrito Federal.

En breve lapso, debido a su liderazgo natural, se convierte en el secretario general del sindicato de trabajadores del Departamento del Distrito Federal. De ahí­ se vincula a un grupo polí­tico importante de lí­deres de otras dependencias a los que no sólo se enlaza, sino que se convierte en su dirigente, y con su apoyo llega a la disputada secretarí­a general de la FSTSE (Federación de Trabajadores al Servicio del Estado), catapultando su carrera para llegar a ser secretario general nacional de la CNOP.

Con semejante liderazgo, Martí­nez Domí­nguez se inserta en un grupo polí­tico encabezado por Gustavo Dí­az Ordaz (Secretario de Gobernación de 1958 a 1963). Para ese momento, AMD ya habí­a sido diputado federal de 1946 a 1949; y de 1952 a 1955, así­ que con toda esa experiencia y caudillaje polí­ticos, Martí­nez Domí­nguez es electo en el año de 1964, diputado federal por el actual distrito 12 de Nuevo León (antes era el distrito 4 y luego el 6), para ser el lí­der de la Cámara de Diputados federales, cuando su sede estaba en la mí­tica calle de Donceles.

Ahí­ lució en todo su esplendor su oficio polí­tico, pues era, en la primera parte de su periodo, al mismo tiempo lí­der nacional de la CNOP y los nuevoleoneses lo veí­amos con orgullo en los noticieros nacionales dando cátedra polí­tica. Termina su periodo en 1967 presidiendo la ceremonia en donde el presidente Dí­az Ordaz toma protesta. Para el año siguiente, ya era el presidente del CEN del Partido Revolucionario Institucional, y aspirante a la gubernatura de Nuevo León.

Sin embargo, ese proyecto no cuaja al ser nombrado el 1 de diciembre de 1970, jefe del Departamento del Distrito Federal, por el presidente Luis Echeverrí­a, entregándole la dirigencia del PRI, a Manuel Sánchez Vite (los nuevoleoneses le decí­amos "Sánchez-Vete"). Pero como en toda carrera polí­tica, hay claroscuros, y siendo Regente de la ciudad de México, el 10 de junio de 1970 sucede un enfrentamiento entre la policí­a del DDF y un grupo de jóvenes que se movilizaban en protesta por la represión a los universitarios de Nuevo León, y sucede una agresión que culmina en una matanza, porque a la manifestación llega un grupo conocido como "Los Halcones" que dirigí­a el coronel Dí­az Escobar y estaba coordinado por la Secretarí­a de Gobernación. Martí­nez Domí­nguez estaba fí­sicamente ese dí­a en Los Pinos, con el presidente Echeverrí­a, quien lo mantuvo entretenido en reuniones diversas hasta que en los noticieros se da cuenta de la tragedia y don Alfonso declara desde el lugar donde se encontraba la inexistencia del grupo Los Halcones.

Esta declaración es suficiente para denostarlo porque diversos medios sacan gráficas demostrando que sí­ existí­a y se trataba de un grupo paramilitar organizado. Ahí­ estaba la oportunidad para Echeverrí­a de deshacerse de Martí­nez Domí­nguez, pues su nombre y figura tení­a ya niveles de popularidad tales que le hací­an sombra polí­tica. El celo de un polí­tico es peor que el de una mujer, así­ que Echeverrí­a se solazó pidiéndole su renuncia y culpándolo de la masacre. Con esa mancha se va a la banca polí­tica (al ostracismo, decí­a don Alfonso) hasta que llegó el presidente López Portillo quien lo rescata y su apoyo es determinante para cumplir con su sueño de gobernador de Nuevo León.

Martí­nez Domí­nguez emplea toda su experiencia y sagacidad polí­tica para construir muchí­simas obras públicas, entre ellas el Plan Hidráulico que trae agua de la presa Cerro Prieto, pagada cien porciento por la presidencia de la república, y la Macroplaza "Alfonso Martí­nez Domí­nguez" (nombre propuesto por sus admiradores y rechazado por sus detractores que en ese momento gobernaban).

Sin embargo, esa obra fí­sica es la menor, pues en la materia legislativa está su mayor aportación a la construcción de una sociedad nuevoleonesa más justa, llevando a nuestro Estado a los mejores niveles internacionales con iniciativas de leyes para proteger a la niñez y a las madres. Lo legislado gracias a sus iniciativas y empuje, es tan avanzado, que cinco años después es adoptado por la ONU y de ahí­ se legisla con esos parámetros en varios paí­ses. Terminado su sexenio, Alfonso Martí­nez Domí­nguez fue director de ASA y senador de la República. Muere en noviembre 6 de 2002 y su funeral fue motivo de sentidas manifestaciones populares, y hasta el aparato de gobierno estatal, que era de un partido diferente al suyo, le rindió homenaje en reconocimiento a su destacada figura. Bautizar con su nombre a su gran obra, la Macroplaza, es reto y asignatura pendiente para las actuales autoridades.