Editoriales

Los sabios son despistados

Es difícil que una persona sabia se concentre en las cosas mundanas, pues su atención está al cien por ciento en los graves problemas que su cerebro aborda. Son muchos los casos que así lo demuestran, y hoy hablaremos de Norbert Wieiner (1894-1964), matemático norteamericano considerado el fundador de la cibernética. Desde un mes antes, su esposa, que lo conocía perfectamente, le repetía diariamente que se mudarían de casa. Le decía que a partir de ese día no tomara el mismo autobús sino el de otra ruta que se la anotó y se la ponía diariamente en el bolsillo de su saco cuando partía a dar clases en la universidad. Lo hizo todos los días, y el mero día le dijo: Hoy nos cambiaremos de casa, recuerda tomar el otro autobús. Por supuesto que Weiner tomó el mismo autobús de siempre y al llegar, recordó que la casa estaba vacía porque su familia vivía en una nueva, pero como no sabía cómo ir a esa nueva dirección, tomó el autobús de regreso hasta la universidad y allí se esperó hasta tomar el correcto. Pero al bajarse en el nuevo barrio vio una gran cantidad de viviendas y no fue capaz de identificar la suya, así que empezó a dar vueltas. Se le hizo de noche y perdido en la oscuridad, vio a una niña que iba por la calle y le preguntó: “disculpa niña, ¿sabes dónde viven los Wieiner?” “Sí, papá, vente conmigo, yo te llevo a casa”.

Años después, ella declaró que eso no era totalmente cierto, pues él la reconoció con sólo verla; nunca olvidaría quienes eran sus hijos, pero confirmó el resto de la historia.

Este tipo de anécdotas como que me levantan el ánimo pues igual sufro de olvidos, pero la pequeña diferencia es que no tengo remotamente los conocimientos de estos grandes hombres de ciencia.