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Isfahán, la deslumbrante capital cultural de Irán

Isfahán - Con más de 30 siglos de historia, Isfahan, la capital cultural de Irán, considerada "la mitad del mundo", resguarda más de seis mil monumentos que reflejan su perfecta arquitectura en mezquitas, puentes y palacios, una reconocida artesaní­a y su importancia comercial en la zona.

Al caminar por las dos veces capital del imperio persa, se escucha el golpetear de las patas de los caballos en el cemento, junto con el rechinar de las carretas que arrastran y que se mezclan con el sonido que producen los cascabeles que cuelgan de sus crines.

La tercera ciudad más poblada de Irán presume a sus visitantes la gran fuente de la Plaza de Imán, construida en 1612, catalogada como Bien Cultural del Patrimonio de la Humanidad y considerada una de las más grandes del mundo.

También se puede contemplar la hermosa arquitectura de las mezquitas del Iman Lotofallah, la Masjed-e Sheikh y el Palacio Alí­ Qhapu y sus cúpulas con azulejos azul turquesa.

Desde temprana hora, cientos de turistas de diversas partes del mundo toman fotos y compran en el gran Bazar, que se extiende por más de cinco kilómetros alrededor de esta gran plaza.

Todo visitante queda impresionado cuando ve los estampados y coloridas alfombras y tapetes persas, reconocidos a nivel internacional, los sabores de su comida, y con el golpeteo del mazo de los artesanos en metales como el cobre, la plata y el oro para crear obras maestras.

Su herencia persa es principio de su identidad nacional y se plasma en calles y monumentos reconocidos como patrimonio cultural de la humanidad. Además de que aquí­ conviven musulmanes, chií­es, cristianos ortodoxos armenios, católicos y judí­os, en armoní­a, social, polí­tica y económica.

Su época de mayor esplendor y desarrollo se debió al Shah Abbas I, El Grande, de 1571 y 1629, cuando se llevó a cabo la edificación, restauración o remodelación de mezquitas y puentes para cruzar el rio zayandeh y unir a los habitantes del norte y sur.

En entrevista con Notimex, el alcalde de Isfahán, Mendi Jamali Mejad, resaltó que esta ciudad es de las más visitadas por el turismo extranjero, en especial de paí­ses de oriente y Europa.

El esplendor de la arquitectura que se muestra en sus palacios, mezquitas, puentes y en la gran diversidad de artesaní­a que se ofrece en el gran Bazar, forman parte de sus atractivos.

La ciudad cuenta con una aceptable infraestructura turí­stica, pero está abierta a los inversionistas de México o de otras naciones, para que continúen con la construcción de hoteles, pues el turismo es una de los motores de la economí­a de Isfahán.

Uno de los tesoros de la ciudad es la Mezquita del Imám, construida entre 1612 y 1638, cuenta con dos cúpulas cubiertas por azulejos esmaltados en los cuales se observa la poética admiración safávida (la dinastí­a safavida, es considerado como el más grande imperio) hacia las flores.

Frente al Palacio de Ali Qhapu se encuentra la pequeña mezquita del Masjed-e Sheikh, utilizada como oratorio familiar, su construcción fue ordenada por el Sha Abbas I y tardo cerca de 18 años para finalmente quedar concluida en 1602.

Se trata de un interesante inmueble con un gran diseño arquitectónico donde sobresalen los colores azul turquesa y el rosa, sobre amarillos que dominan la fachada, dando muestra a los visitantes de su gran belleza decorativa.

En el centro de su cúpula sobresale un mosaico con la figura de un pavo real, el juego de luz que entra por sus ventanas hace que se vea una gran cola de color dorado, lo cual sorprende a propios y extraños.

Aquí­, muchas jóvenes iraní­es acuden a orar, se sientan bajo los rayos solares que entran a la misma y cierran sus ojos para meditar por largos espacios, en un ambiente donde se respira tranquilidad y una gran paz espiritual.

Con seis pisos y una altura cercana a los 50 metros, el Palacio de Ali Ghapu, que en turco significa la "sublime puerta" fue utilizado como un salón de recepciones para los embajadores extranjeros, con un piso especial para escuchar música, y lugares de audiencias y zona de recreo.

Los turistas también están obligados a visitar el gran Bazar, que en sus poco más de cinco kilómetros ofrece los más diversos productos de esta ciudad, sin faltar las famosas alfombras persas o los estampados en algodón.

A su vez, los puentes de Sio Seh Pol o el llamado Khaju, que cruzan el rí­o Zayandeh, ofrecen bellas imágenes a los turistas. El primero cuenta con treinta y tres arcos y fue construido en 1602.

El segundo mide 132 metros de longitud con un ancho de 12 metros y en medio se encuentra un edificio conocido como Biglerbigh, donde provisionalmente llega la familia real, con compuertas que atrapan el agua creado un lago.

Otro emblemático monumento es el Palacio de Chehel Sotun, en persa, el "Palacio de las Cuarenta Columnas", construido en los años de 1057 y 1647, y a diferencia de otros edificios, su entrada está llena de espejos.

Su jardí­n tiene una extensión de 67 mil metros cuadrados y en su interior hay pinturas que reflejan la vida cotidiana con escenas bélicas, donde el Sha de Persia, se enfrenta a otros reinos, o bien está escuchando música o recibiendo a importantes visitantes de otras naciones.

Fue en el siglo 17 cuando llegaron a este territorio los ortodoxos armenios, huyendo de la invasión otomana. El sha Abbas I, los recibió y les dio un lugar donde vivir junto a judí­os y musulmanes, y como procedí­an de Jolfa, le nombraron al lugar la Nueva Jolfa y construyeron en 1702 la catedral de Vank, única en el mundo porque mezcla la arquitectura persa y el estilo de las iglesias cristianas.

Diariamente visitada por el turismo nacional y extranjero, muestra frescos sobre la vida de Jesucristo, unos se refieren a su nacimiento y otros su vida como predicador hasta su muerte en la cruz.

Así­, Isfahán, la deslumbrante capital cultural de Irán, resguarda entre bellos palacios, puentes y monumentos, una parte importante de la historia de la humanidad.