Extraña que ante la actual tragedia sanitaria no se haya organizado un frente amplio de naciones para combatirla. En 1755, por primera vez, se organizó ecuménicamente el mundo para enfrentar una tragedia: un terremoto y un gran tsunami que azotaron Lisboa y ciudades cercanas. Era un domingo con playas repletas de bañistas, y hubo miles de muertos. Barcelona casi desapareció también, pero repentinamente nació un movimiento de solidaridad internacional que mucho ayudó a la reconstrucción de ambas ciudades.
Ciertamente se trataba de un accidente natural.
Pero desde entonces las organizaciones internacionales tienen como objetivo apoyar a la humanidad en casos de emergencias de causa natural, para evitar guerras o actos en contra de los derechos de algunas especies, incluyendo a los propios de la humanidad.
Por que ésta -la humanidad-, es parte fundamental de la Naturaleza, y no es posible que los elementos naturales puedan prescindir del hombre, eliminándolo.
Es natural que una especie devore a otra para alimentarse, pero no que la desaparezca; eso sería un acto anti – natura. El hombre puede agredir a la Naturaleza, a condición de que no la destruya.
También es natural que los elementos de la Naturaleza agredan al hombre, pero no que acaben con él. Es decir, si las pandemias son naturales, no pueden terminar con la especie humana.
Ciertamente no hay pruebas de que la pandemia Covid19 haya sido creada por un acto desnaturalizado para acabar con la humanidad, pues ni siquiera tiene un alto grado de mortalidad, pero hasta donde entendemos los ignorantes, sus características no corresponden a una enfermedad natural.
Llama la atención de que frente al temible peligro vital, y las inéditas consecuencias en cultura, deporte y economía, las naciones -sobre todo las potencias económicas- no hayan reaccionado ecuménicamente para combatirla, como sucedió en Lisboa siglo XVIII, o después para combatir el trasiego de drogas, o para prohibir alimentos transgénicos, o para quitarles lo anónimo a los alcohólicos.
Al contrario, hay un gran negocio de los poderosos que venden productos que hace un año nadie compraba y ahora son arrebatados en los almacenes de víveres. Hay ricos adquiriendo empresas y propiedades a precio de rajatabla por la pandemia.
Repito: la naturaleza tiene en el hombre a una parte importante de ella. Si la humanidad acepta que unos cuantos agredan al resto -que sumamos unos siete mil millones de seres humanos-, la naturaleza podría responder revirtiendo sus leyes en contra de su nueva enfermedad llamada hombre. Cuidado con la justicia divina.