26/Apr/2024
Editoriales

Otra lava que no deja de fluir

No queda duda alguna que en las últimas semanas en los medios televisivos (escritos, digitales) y audiovisuales en general, la erupción del volcán La Palma, situado en el paraje Cabeza de Vaca cercano a la localidad de El Paraíso, en la isla española que lleva el propio nombre del volcán, ha sido noticia constante en los titulares por varias semanas.

Lava emanada – que sobre pasa una temperatura de más de 1000 0 C – “engullendo” y calcinando todo lo que encuentra a su avance: explotaciones agrícolas y ganaderas, más de 1200 construcciones, redes de suministro hidráulico y eléctrico.

A lo anterior se suma el daño al medio ambiente, siendo este el siguiente: La emisión a la atmósfera de dióxido de azufre (SO2) donde se estima entre 6140 y 11 500 toneladas diarias; también la producción de gases tóxicos, como el ácido sulfúrico (H2SO4), ácido clorhídrico (HCl) y ácido fluorhídrico (HF). La temperatura del agua, al recibir la lava se elevó a más de 1000 0 C. 

¿Qué decir de la población? Personas evacuadas con pérdidas totales de sus casas , negocios (pérdidas de 1.3 millones de kilogramos de frutas, cada semana), donde prima la incertidumbre, el miedo, el desconocimiento total de lo que le depara el futuro.

Todo este ejemplo de desastre natural - término que hace referencia a las enormes pérdidas de materiales y vidas humanas ocasionadas por eventos o fenómenos naturales, como terremotos, inundaciones, tsunamis, deslizamientos de tierra, entre otros -, me hace pensar si la migración - problema actual donde se ven involucrados millones de personas en el mundo, no puede ser considerado ¿un desastre natural?

Para establecer un paralelismo, tratando de dar respuesta a la interrogante anterior, veamos la definición de migración: “Desplazamiento de una población que se produce desde un lugar de origen a otro destino y lleva consigo un cambio de la residencia habitual en el caso de las personas o del hábitat en el caso de las especies de animales migratorios”

Pasemos a su análisis comparativo: La lava del volcán fluye y provoca daños materiales y ambientales; la migración por su parte, se desplaza (como la lava) desde un lugar de origen a otro destino, pero ¿genera pérdidas humanas?

Tal vez la respuesta pudiera resultar elocuente y no necesariamente traída por “los pelos”, inclusive usted estimado lector, está en pleno juicio de discrepar o no en cuanto al “traslado comparativo” entre desastre natural y la conversión de la migración, como una nueva modalidad de desastre natural.

Los entornos son diferentes: La naturaleza en sí, entiéndase “Conjunto de las cosas que existen en el mundo o que se producen o modifican sin la intervención del ser humano”, que de eliminar lo subrayado, me confirma que son términos o definiciones diferentes, al no intervenir el ser humano, sí, en el caso de la migración.

Aunque un fenómeno conduce a otro – del natural al social -, que, en el caso de la migración, otros muchos son los factores que actúan como catalizadores, los cuales estaremos analizando en próximas ediciones y que nos afecta a todos.