Internacional

Acusa el partido de Lula al gobierno de Bolsonaro de impedir votar a miles de simpatizantes

La jornada electoral ha transcurrido con normalidad durante la mayor parte del día, aunque a mediodía han empezado a circular vídeos en redes en los que se apreciaban controles policiales en las carreteras del nordeste del país, tradicional granero de votos del expresidente izquierdista Brasil elige este domingo entre dos modelos antagónicos de país, el del actual jefe de Estado, el ultraderechista Jair Bolsonaro, o el del exmandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Unos 156,4 millones de brasileños están llamados a las urnas, que han abierto a las 8.00 hora local y se han mantenido hasta las 18.00 (21.00 GMT), hora a la que se han cerrado los colegios electorales. Al igual que en la primera vuelta, celebrada el 2 de octubre, se ha permitido votar a todos los electores que se encuentren en la fila a la hora del cierre.

 El presidente ha acudido a votar a primera hora, en la Villa Militar de Río de Janeiro, ciudad en la que reside. El mandatario iba vestido con una camiseta amarilla similar a la de la selección nacional, con la palabra “Brasil” estampada en el pecho en verde, bajo la cual llevaba un chaleco antibalas.

 “La expectativa es de victoria, solo tenemos buenas noticias en los últimos días. Si Dios quiere, saldremos victoriosos hoy por la tarde. O mejor, Brasil va a salir victorioso hoy por la tarde”, ha dicho Bolsonaro en unas breves declaraciones a la prensa. El líder de la ultraderecha brasileña ha pedido a sus seguidores que acudan a votar usando los colores de la bandera nacional, verde y amarillo.

 El expresidente Lula da Silva lo ha hecho un poco más tarde, en São Bernardo do Campo, en la populosa ciudad de São Paulo. Tras teclear su voto –en Brasil se vota de forma electrónica–, el líder del Partido de los Trabajadores ha agradecido a todo su equipo y ha pronosticado que este domingo va a ser el día más importante de su vida y un día también muy importante para todo el pueblo de Brasil.

 

La Justicia brasileña minimiza el impacto de los operativos

 

A pesar de que en la mayor parte del país la jornada transcurría con normalidad, sobre el mediodía han empezado a circular vídeos en las redes sociales en los que se apreciaban controles policiales en las carreteras del nordeste del país, el principal bastión de votos del partido de Lula. Esas imágenes han llevado al Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil a pedir explicaciones a la Policía Federal de Carreteras por esas operaciones que aparentemente estaban obstaculizando el tránsito de personas hacia los centros de votación.

 El titular del TSE, Alexandre de Moraes, convocó al director de la Policía Federal de Carreteras, Silvinei Vasques, para que explique el motivo de estas operaciones, a pesar de que la autoridad electoral había prohibido previamente cualquier acción policial que pueda dificultar el transporte de electores. Sin embargo, tras la reunión, Moraes ha afirmado que los retenes no han impedido que los electores puedan ejercer su derecho a voto: “En algunos casos eso ha retrasado la llegada de los electores, pero en ningún caso ha impedido que puedan votar”, ha asegurado el magistrado en rueda de prensa.

 El presidente del TSE ha explicado que Vasques le garantizó que suspendería las operaciones y le indicó que se trataba de cuestiones vinculadas al Código de Tránsito del país. “Explicó que eran autobuses con problemas en los neumáticos, las luces o con otras cosas contempladas en el Código de Tránsito”, añadió Moraes.

 Momentos antes, el senador Humberto Costa, compañero de Lula en el Partido de los Trabajadores (PT), había afirmado en Twitter que estaban recibido numerosas denuncias sobre “la acción completamente ilegal” de la Policía. “Están intentando acabar con uno de los derechos más sagrados de nuestra Constitución: el voto. Es una acción con objetivos claramente electorales. ¡Dejen votar al noreste!”, ha dicho Costa.

 El número de denuncias y de vídeos que han seguido circulando ha llevado a la presidenta del PT, Gleisi Hoffman, a pedir el arresto del director de la Policía de Carreteras. Según el diario Folha de Sao Paulo, al menos 514 autobuses habían sido detenidos hasta el mediodía en estos retenes a lo largo del país. En un mensaje en redes sociales Hoffman ha pedido a los parlamentarios de su coalición que se dirijan a los lugares donde se encuentran los retenes de Policía y “den orden de prisión a los policías”.

 El diario O Globo ha publicado hace unas horas una información en la que detalla que las acciones en las carreteras fueron planificadas hace unos días en el palacio de Alvorada, la residencia oficial de Jair Bolsonaro, junto con su núcleo duro de campaña. La Folha de São Paulo, por su parte, ha revelado que Vasques, el director de la Policía de Carreteras, publicó el sábado en su perfil de Instagram una foto con la bandera de Brasil y el mensaje “vote 22, Bolsonaro presidente”. Después de que la publicación circulase por las redes sociales, Vasques ha borrado el post.

 

Apretados en las encuestas

 

En la primera vuelta, Lula, abanderado de un amplio frente progresista al que se han sumado fuerzas de centro y centroderecha, fue el candidato más votado con el 48,4% de los votos, frente al 43,2% que obtuvo Bolsonaro, capitán retirado del Ejército, de derecha radical y que aspira a un nuevo mandato de cuatro años. Ambos candidatos han dividido al electorado como no se había visto en la historia reciente de Brasil y han apurado hasta el último instante del sábado para cerrar una encarnizada campaña que se ha prolongado por dos meses y medio.

 Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010, puso punto final a su campaña en São Paulo en compañía del expresidente uruguayo José Mujica, mientras que Bolsonaro dio un paseo en moto por Belo Horizonte y, por la noche, divulgó una lista con 22 –el número que hay que pulsar en las máquinas de voto para apoyarle– “compromisos”, en un intento por disminuir la distancia con su adversario.

 Si bien el líder izquierdista superó en más de seis millones de votos a Bolsonaro en la primera vuelta, las encuestas, que subestimaron entonces al ultraderechista, han ido recortando la distancia entre los dos y algunas arrojaban esta semana un escenario de empate técnico. Lula y Bolsonaro se han centrado en convencer a los indecisos y absentistas, que en la primera vuelta llegaron al 20%, pese a que en Brasil el voto es obligatorio.

 Sin embargo, el margen para ganar nuevos apoyos es mínimo y, de hecho, no ha habido grandes oscilaciones en las intenciones de voto en los sondeos más recientes.

 Lula sigue con una amplia ventaja en la región nordeste, histórico granero de votos del PT, y entre la población más pobre, que representa prácticamente la mitad del electorado. Lula nació precisamente en Pernambuco, una región de esa zona del país, que durante su gobierno experimentó un importante crecimiento socioeconómico.

 Bolsonaro, por su parte, despunta entre los más ricos y el influyente electorado evangélico, al que Lula ha intentado seducir con la divulgación de una carta donde se declaró contra el aborto y afirmó que la familia es “una cosa sagrada”.

 La votación de este domingo tiene lugar en las 5.570 ciudades del país y en 181 localidades del extranjero.

 

Una campaña violenta

 

Toda la campaña electoral brasileña ha estado marcada en gran medida por la creciente violencia política que se vive en el país. Durante los últimos meses han sido asesinados tres dirigentes del Partido de los Trabajadores, el último hace apenas dos días. Reginaldo Camilo dos Santos, uno de los principales correligionarios del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en el municipio de Jandira, en el estado de São Paulo, fue asesinado a tiros este viernes cuando se encontraba cerca de su casa. Pese a que la Policía Civil de Sao Paulo aún no ha identificado a ningún sospechoso ni tiene pistas sobre los motivos del crimen, no descarta que pueda ser una represalia política debido a que “Zezinho del PT” venía denunciando diferentes corruptelas en Jandira, un municipio de la periferia de São Paulo, la mayor ciudad brasileña.

 Hace poco más de un mes, un hombre entró en un bar de una localidad de la periferia de Fortaleza, al noreste de Brasil, y dijo: “¿Quién va a votar a Lula?”. Cuando un hombre se levantó para defender al candidato, el agresor lo acuchilló en el pecho, según los testigos. La víctima murió a los pocos minutos.

 En julio, en la localidad de Foz de Iguazú, fronteriza con Argentina, el dirigente del PT Marcelo Arruda celebraba su cumpleaños cuando un funcionario de prisiones de la zona entró en la fiesta con un arma al grito de “aquí somos de Bolsonaro” y lo asesinó a tiros, según los testimonios de los presentes que recogió la prensa local

 Este mismo sábado, una diputada brasileña próxima al presidente persiguió a un hombre a punta de pistola en mitad de una calle de la capital paulista. Carla Zambelli, que fue reelegida diputada en las legislativas del 2 de octubre, afirmó en sus redes sociales que actuó de esa forma porque supuestos simpatizantes del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva la “rodearon” y “agredieron” cuando salía de un restaurante.

 

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