02/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Enero 29 de 1989: Muere a los 81 años de edad en Ciudad de México el destacado pintor y escultor nuevoleonés Federico Cantú Garza. A pesar de ser oriundo (Que trae su origen de algún lugar, RAE) de Cadereyta, nació el 3 de marzo de 1907 en Monterrey. Sus padres fueron personajes de la cultura: el médico Adolfo Cantú Jáuregui y la poetisa María Luisa Garza Garza “Loreley”. Aprendió sus primeras letras en Texas, y a tierna edad mostró su gusto por el dibujo, por lo que sus padres lo enviaron a estudiar a la Ciudad de México, en la Escuela de pintura al Aire Libre de Coyoacán, apoyado por su director, el también regiomontano Alfredo Ramos Martínez.

Se ganó a pulso el honor de ser asistente de Diego Rivera, cuando pintaba los hermosos murales en el edificio de la Secretaría de Educación Pública que estaba a cargo de José Vasconcelos. A los 17 años partió a Europa para continuar perfeccionándose en el arte de la pintura y allá pudo instalar su estudio en París, luego de haber vivido un tiempo en España.  Como era de esperarse, Federico Cantú transitó al éxito en su especialidad, siendo influido por la obra de Pablo Picasso, y otros grandes de la pintura universal de aquel tiempo. Se introdujo a un grupo de artistas e intelectuales que coordinaba el francés André Bretón, y bajo el influjo de la dolce vita creó “Lucifer” una pintura en la que se pintó a sí mismo, al estilo de Rivera, personificando al diablo. Se fue a Los Ángeles, y en 1929 casó con Luz Fabila, procreando a su hijo Federico Cantú Fabila. Sus exposiciones en galerías afamadas y festivales de arte le permitieron que en 1934 fueran expuestas sus obras en la Galería de Arte Mexicano tal como se hizo con Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, y él. Federico Cantú fue el favorito de MacKinley Helm, coleccionista de Nueva York, quien proyectó sus obras para que fueran exhibidas en los Museos: Metropolitano, de Santa Bárbara, Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Filadelfia Museum. En la década de los años cuarenta dio cátedra de pintura en la Universidad de California.

Para el Instituto Mexicano del Seguro Social produjo la escultura emblemática de esa institución y luego hizo lo propio para la Lotería Nacional. En la Universidad Autónoma de Nuevo León creó además del monumento a Alfonso Reyes, varios murales entre los que destaca “Nezahualcóyotl y el Agua”, en el frontispicio de la Facultad de Ingeniería Civil. En la carretera que va al municipio de Iturbide, Federico Cantú esculpió en 1961 el Mural de Los Altares (El flechador del sol), que medía 650 metros cuadrados, y era un gran patrimonio cultural del estado, aunque en 2002 -por descuido gubernamental- se derrumbó por un deslave del cerro en donde estaba colocada para admiración de todo mundo. La obra de Federico Cantú es muy grande, convertida en un enorme legado para las siguientes generaciones.