27/Apr/2024
Editoriales

Cuentete

El gobernante verdadero

 

Murió el errático gobernante sentado en su silla del hermoso Palacio de Gobierno. Nadie se dio cuenta porque todos tenían tareas que cumplir para superar una crisis política y económica que erosionaba imagen y presupuesto.

Sin embargo, en virtud que el gobernante sólo acordaba con su Segundo al mando –ambicioso funcionario que aspiraba a ser gobernante -, éste sí lo supo, obligando a la secretaria y a la servidumbre a callar, y a ocultar el cadáver en un clóset del Palacio, diciendo que el gobernante estaba enfermo.

En poco tiempo las cosas públicas se compusieron llegando una etapa de estabilidad política y mejoría económica, por lo que el Segundo al mando ya en plan triunfador, mostró los restos disecados del gobernante, diciendo que el gobernante real siempre había sido él (el funcionario), y que en virtud de que había logrado tener bonanza política y económica, él era quien debía gobernar formalmente. El pueblo estaba eufórico así que, sin elecciones, simplemente lo sentó en la silla del gobernante y luego lo mató, para que fuera tan bueno como su antecesor, pues era menester que la prosperidad continuara.