15/May/2024
Editoriales

Fuenteovejuna presente en Nuevo León

Las tragedias humanas se suceden una tras otra en el país, y las notas rojas muchas veces  son las más relevantes; ora con ejecuciones, ora con actos de terrorismo.

Es una pena ver cómo nuestra patria va de picada en el importante rubro de la seguridad pública, que es el origen de la organización social y política que ahora llamamos Ciudad.

Tras reunirse varias familias para protegerse unas a otras de los ataques de depredadores animales y humanos eligieron entre ellos a alguien que los gobernara y protegiera a cambio de pagarle un sueldo prorrateado entre todos, permitiéndoles vivir con cierta tranquilidad, naciendo una percepción de paz, basada en un sistema de organización que derivó en las pequeñas y después grandes ciudades.

Si se pierde la percepción de paz, se pierde el concepto de ciudad. 

Ayer sucedió en nuestra metrópoli que una vecina de 58 años fue agredida brutalmente por un hombre de 30 años para robarle el bolso y después huir con el botín. 

Pero alguien detuvo su vehículo y corrió hasta atrapar al asaltante, quien estaba defendiéndose cuando se sumaron más vecinos para someterlo, entre los que estaba un hijo de la señora víctima del asalto y, según consigna la prensa, todos lo golpearon tanto que lo mataron.

En la clásica obra de Lope de Vega, llamada Fuenteovejuna, el pueblo lincha al Comendador que había abusado de una mujer -Laurencia-, y cuando la corona investigó los hechos, nadie señaló a alguien como el verdugo, diciendo que al Comendador lo mató Fuenteovejuna.

La percepción de inseguridad que sentíamos en 2009 ya regresó a los nuevoleoneses, al igual que a los guanajuatenses, zacatecaanos y michoacanos.

En este linchamiento de ayer, lo más probable es que se declare que quien mató al asaltante, fue Fuenteovejuna.

Algo se debe hacer para que estos lamentables hechos no se repitan, pues la gente teme a la delincuencia, pero si continúan los abrazos y apapachos a quienes la agreden, responderá, ni duda quepa.