Según algunos analistas muy agudos como Reymundo Riva Palacios el grupo más cercano al presidente Enrique Peña Nieto, es decir el equipo que convive con él en el día a día en la residencia presidencial de Los Pinos; vive ajeno a la realidad y piensa que las críticas que se vierten contra él son puramente obra de los medios de comunicación y no reflejan una inconformidad real de la sociedad.
Otros analistas culpan a tal o cual funcionario de Los Pinos de ser el causante de esa especie de ceguera de la presidencia hacia los problemas de la nación y hacia la inconformidad de la gente. Sin embargo, ayer en Tulancingo Hidalgo vimos a un presidente Peña Nieto muy diferente y más bien angustiado y agobiado por lo que el llamo "las críticas" que recibe "constantemente".
El presidente no las negó ni las rechazo ni pretendió que no existieran y más bien las reconoció como algo que tiene su origen en la difícil situación económica del país y de las decisiones que han tenido que tomar su gobierno en términos de recortes al gasto público. Es decir vimos un presidente que reconoce la situación actual de su gobierno en términos de popularidad y tiene una explicación al porque de ello. Como sabemos, la mayoría de las encuestas de opinión colocan el porcentaje de aprobación hacia el gobierno de Peña Nieto en los alrededores de un 30%, es decir de solo una tercera parte de los entrevistados.
Eso es malo para el gobierno y malo para el país, peor más grave sería que el gobierno no lo reconociera.