27/Apr/2024
Editoriales

Qatar está lejos y el pasaje muy caro

En Qatar, país cuyo nombre debiera escribirse Catar, que significa examinar algo en su sabor o sazón, se desarrolla el Campeonato Mundial de Fútbol Soccer, un torneo manchado de color verde dólar/euro de 100 €por la forma de conseguir (en Cash) la sede del evento.  

Pero eso es importante sólo para los pensantes, pues por televisión y redes sociales lo verán cinco mil millones de personas! 

Y pensar que la sede en 1930 fue Uruguay a donde acaso asistieron sólo cuatro equipos europeos, pues ‘estaba muy lejos y el pasaje muy caro’.

Ya en 1966 se transmitió por TV vía satélite, es decir, por primera vez fue un torneo realmente mundial y lo ganó el equipo inglés de Charlton, venciendo al alemán de Beckenbauer. 

Ayer Argentina recetó dos goles a la selección de México y la envió al sótano del grupo formado por Polonia, Argentina, y Arabia Saudita. 

Y con el coraje de semejante resultado los ‘dignos’ aficionados mexicanos se liaron a golpes con sus iguales argentinos. 

Afortunadamente los nuestros ni para eso tienen tamaños pues no son como los hooligans ingleses que en 1985 mataron a 39 hinchas italianos en las gradas del estadio de Brusela. No, nuestros paisanos no son peligrosos en el extranjero, sólo van a gritar insultos y exhibirse, o a exhibirnos como nación. 

Ni en el Mundial de 1990 que Colombia le dio a Argentina una zapatería de 5 goles a 0 hubo problemas en las gradas. 

Pero siguiendo con la cobertura del Mundial, en 1994 la teleaudiencia fue de 2 mil millones de personas, y de ahí agarró vuelo.

En cuanto al desempeño de nuestros futbolistas pienso que ciertamente es bueno vivir con el ánimo arriba, porque sin él no se puede llegar a triunfar, pero no es suficiente.

Nuestra selección nacional no tenía idea de lo que le faltaba para ganar, pues todos le echábamos porras para que su ánimo no decayera, y los muchachos le echaron ganas, pero no fue suficiente.

Sí trae buenos jugadores, pero le falta un Hugo Sánchez o un Javier Hernández, o un Borgetti que haga de cualquier cubeta una lavadora anotando gol. 

Cuando un equipo idolatra al portero, no a un goleador, ese equipo puede aspirar a empatar, pero no a ganar, pues Ochoa no puede anotar en la portería contraria porque ‘está muy lejos y el pasaje muy caro’