Octubre 15 de 1911: Se celebran elecciones extraordinarias para presidente de la República, en las que triunfa Francisco I. Madero, luego de haber convocado y encabezado la Revolución Mexicana que estalló el 20 de noviembre de 1910.
El presidente Porfirio Díaz Mori ejerció el poder político en México demasiado tiempo, por tres décadas, propiciando el establecimiento de un gobierno próspero en el aspecto económico, pero con fuertes rezagos sociales para la inmensa mayoría de la población. La bonanza era sólo para los hacendados, empresarios y altos funcionarios gubernamentales que, en su mayoría, eran militares afines al general Porfirio Díaz. Francisco I. Madero inició un movimiento armado que estalló el 20 de noviembre de 1910, después de haber sido detenido en Monterrey por “el delito” de ser candidato a la presidencia en contra del candidato oficial y presidente de la República, Porfirio Díaz, en el largo periodo mencionado al que se le conoce como “El porfiriato”.
Desde luego que el régimen de Díaz Mori tuvo aspectos favorables, pues se trataba de un gobernante preparado e inteligente, por lo que se planearon y construyeron obras muy importantes como fue la red de comunicación ferroviaria que aún sigue dando servicio, entre otras. Sin embargo, Madero enarboló las banderas democráticas que prendieron entre la población de bajos recursos por ver en ellas una esperanza de conseguir mejores condiciones de vida al haber un cambio de régimen. Una vez caído y exiliado en Francia Porfirio Díaz, Francisco I. Madero quedó como el candidato fuerte y ganó un proceso eleccionario que se veía como un simple trámite pues su liderazgo era bien claro. La historia de la trágica presidencia de Madero es conocida y la comentaremos en otra oportunidad, pues su sacrificio provocó una segunda etapa revolucionaria, en donde hubo mucho más violencia que en la primera.