28/Apr/2024
Editoriales

El metro

Apenas ayer me enviaron un video de María Félix en el cual ella asegura que su marido Alexander Berger le regaló El Metro de la Ciudad de México. 

 En el video explican que este acaudalado empresario y banquero francés sirvió de intermediario para que Francia apoyara al financiamiento del servicio de transporte colectivo de la Capital mexicana, pues ella (María) soñaba que su país tendría un Metro similar al de París.  

 Este medio de transporte colectivo ahora existe también en Guadalajara y Monterrey, las dos ciudades más grandes de México fuera de la Capital. 

 El término Metro es tan común que pocos lo relacionan con la unidad de medida geométrica. 

 Y lo que son las cosas; este sistema de medición -el métrico decimal- es también de origen francés. Hasta el siglo XIX nuestro país utilizaba el sistema inglés que causaba confusión entre los compradores porque los comerciantes medían de acuerdo a sus intereses. Una medida para comprar y otra muy diferente, más chica, para vender.

 Cada región tenía sus propios padrones de medición, de bases discrecionales, con el supuesto tamaño de los pies humanos, del dedo pulgar, del codo o del brazo. 

 Esto desde luego, era absolutamente arbitrario, por lo que rápidamenete se aceptó el Sistema Métrico Decimal, en vez del sistema métrico inglés, que mide con pies, yardas, pulgadas, millas y galones.

 El pequeño problema que se presentaba al principio era cuánto debería medir un metro, y hubo varias propuestas realizadas en diferentes tiempos.

 En 1791 Francia definió el metro como la millonésima parte de un cuadrante del meridiano de la Tierra. Algunos científicos se dieron a la tarea de medir el arco que va desde Dunquerque hasta Barcelona y se determinó una distancia de un múltiplo cerrado. Esta medida se grabó en una barra de platino con un diez por ciento de iridio. Sin embargo, en 1960 la Conferencia General de Pesos y Medidas hizo una redefinición del metro, en función de la longitud de la onda de luz emitida por el isótopo 86 del criptón. Pero en 1983 esa misma Conferencia refirió el metro en función de la velocidad de la luz, quedando como una fracción de 1/299292458 de la distancia que recorre la luz en un segundo en el vacío. 

 Si ahora que nadie discute la regencia del sistema métrico decimal, hay comerciantes que dan litros de 800 mililitros, y kilos de 850 gramos, imagínese usted cómo sería antes de tener un patrón metro para medir las cosas de este mundo.

 Y el Metro, el otro, el modo de transporte, también tiene su problemática, pues una cosa es iniciar las obras que se requieren para que pueda dar servicio, y otra es inaugurarlas y otra más es equiparlo.  

 

 La famosa Doña se llevó grandes secretos a la tumba, pues quien tiene belleza e inteligencia, tiene lo mejor de la creación; por eso el mundo -de hinojos- deposita en su regazo riquezas y confidencias sibilinas.