04/May/2024
Editoriales

La ropa arrugada podría ponerse de moda

La moda de pantalones rotos se ha impuesto a pesar de la oposición de muchos padres de familia que se molestan cuando ven a sus hijos enfundados en ropa que parece ser de pordioseros, cuando en realidad es nueva.

Así de impredecible es la moda en el vestido. Sin embargo no siempre fue así, pues hace algunas décadas nadie que se ufanara de elegante podía vestir una prenda arrugada, mucho menos que estuviera rota.

Aunque hay telas naturales como el lino y el algodón que se arrugan con el movimiento del cuerpo, sus arrugas le dan un halo de distinción, algo parecido al fenómeno que en algunos casos sucede con la piel del rostro de algunas personas que lucen más con ciertas arrugas que sin ellas. 

Un amigo español me platicaba que una vez chocó con su automóvil y todo el frente, incluyendo el cofre del motor ‘quedó arrugado’.

Como era la primera vez que escuchaba ese término aplicado así, solté la carcajada y mi amigo me dijo muy serio que no me riera era pues la reparación le había salido cara. 

Regresando a las prendas de vestir, siempre serán preferibles sin arrugas, y para ello la plancha es la solución clásica. Su antecedente se encuentra en las culturas griega y romana que, desde el siglo IV adC, aplicaban presión a las telas para formar pliegues pequeños y se aplastaban con planchas calientes. 

Las primeras planchas del tipo moderno, digamos, datan del siglo XV y se calentaban directamente al fuego. Ya en el siglo XVIII las planchas eran de latón, huecas y por atrás se les ponía en el interior una placa de hierro caliente. Hasta a finales del XIX se inventó la plancha con carbón encendido y briquetas. La plancha eléctrica apareció en 1882 cuando el estadounidense Henry W. Weely la patentó y en 1990 la empresa Siemens la introdujo al mercado alemán. Para 1926 ya había en el mercado planchas a vapor, con un depósito de agua para rociar la ropa. Las telas de casi todas las fibras, naturales o artificiales, se componen de moléculas unidas que a temperatura ambiente permanecen inmóviles y para moverlas se requiere elevar su temperatura. 

La humedad coadyuva a esta labor pues al mojarlas se introducen las moléculas de agua y al enfriarse las fibras quedan lisas y se conservan así hasta que haya nuevos cambios de condiciones físicas, como enrollados, o movimientos que las arrugan hasta que se vuelven a planchar.  

Ahora se pusieron de moda las planchas que solo rocían de vapor a la prenda arrugada colocándola colgada en algún gancho de madera o plástico.

Desde luego que tienen limitaciones pues lo mejor es planchar con vapor, sí, pero además una plancha caliente. 

Esperemos que no venga una moda en que la ropa deba estar arrugada…