04/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 28 de 1942: Declara México la guerra a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). En cualquier país una declaratoria de guerra es impactante para la población, pues implica entrar a un estado de emergencia donde todo es incierto. Y si se trata de una nación pacifista como la nuestra, el choque psicológico es mayor. Sin embargo, los mexicanos apoyaban esta medida porque Alemania nunca respondió a los cuestionamientos nacionales por el hundimiento de los barcos petroleros Potrero del Llano y el Faja de Oro.

El presidente Manuel Ávila Camacho tras reunirse con su gabinete, solicitó al Congreso de la Unión -que estaba en receso-, que se reuniera para un periodo extraordinario con el tema único mencionado. Once meses después, el 20 de abril de 1943, se reunieron en Monterrey el presidente Roosevelt y el presidente Ávila Camacho.  Suscribieron el programa Bracero, para que miles de campesinos mexicanos fueran a trabajar al campo norteamericano que se quedó sin trabajadores por la guerra. La población estaba azorada y todos eran obedientes de las normas dictadas por el gobierno: por ejemplo, en todas las ciudades del país se apagaban las luces por las noches por temor a los bombardeos de la fuerza aérea alemana y a los intrépidos kamikazes japoneses. Ciertamente ya habíamos probado dos guerras de invasión -norteamericanos y franceses- en tiempos diversos, pero entrar a una conflagración mundial, era otra cosa. Afortunadamente la 2ª Guerra Mundial la ganaron los Aliados, y nuestra participación directa fue en favor de estas naciones que lideraban Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia. Hoy continuamos siendo aliados de Estados Unidos y de Canadá, en virtud de un Tratado comercial, ojalá que continuemos en buenos términos con nuestros socios comerciales, pues ello es lo que nos conviene en otros rubros de la vida nacional.