28/Mar/2024
Editoriales

Los Puentes de Monterrey. Puentes coloniales de 1792 a 1851

En el texto anterior estudiamos los puentes urbanos coloniales hasta el año de 1792. Dijimos que en 1750 el Río Santa Catarina era bello y caudaloso hasta que se convirtió en río subterráneo. Que la movilidad urbana de aquel Monterrey requirió de varios puentes para que las personas, carretas y animales libraran las acequias que repartían el agua por la ciudad. Ahora veremos los nuevos puentes erigidos de 1792 a 1851, y para facilitarle al lector su entendimiento utilizaré los nombres actuales de las calles.  

 

Esta reducción de gasto en el cauce del Santa Catarina, significó un dramático cambio en el paisaje urbano. Con esto la Ciudad inauguraba una nueva etapa en la que el agua se convertiría -hasta la actualidad-, en uno de sus más grandes problemas tanto por escasez en tiempos de estiaje, como por los excesos en tiempos de lluvias.

 

La merma en el agua rodada borró la acequia que abastecía al área comprendida entre el Río Santa Catarina y el sur de la Ciudad -que era la calle Hidalgo-. El exiguo caudal no era suficiente para dos sacas de agua, quedando “viva” sólo una, a la altura de la calle Baudelière, que pasaba bajo el llamado Puente Real -en Hidalgo entre Baudelière y 20 de noviembre-. De allí, el trazo de la acequia iba al noreste, a unos terrenos de la Iglesia en la actual colonia Industrial, que se arrendaban para sustentar el culto. 

 

Las aguas eran propiedad de la Iglesia desde la fundación de la Ciudad

 

“En la Ciudad de Nuestra Señora de Monterrey del Nuevo Reyno de León, en veinte días del mes de septiembre de mil y quinientos y noventa y seis años, el dicho señor gobernador y capitán general Diego de Montemayor, dijo:  

Item, señaló y repartió en nombre de Su Majestad, un sitio de estancia de labor, con cuatro caballerías de tierra y sitio de huerta, para Nuestra Señora de la dicha advocación, para adorno y ornato de su templo y altar y cosas necesarias a su servicio, el cual sitio de estancia y tierra están y son como ochocientos pasos de esta ciudad, en lo más cómodo al norte y se han de regar con el agua de los ríos de Santa Catarina y Santa Lucía y para ayuda a cultivar las dichas tierras, los indios caciques naturales de esta tierra, que son el cacique Napayan guachichil con su gente y el cacique Alguaron, borrado, junto a los Coapuliguanos y el cacique Juaquialene y Comoagua coataes, con su gente”.  

 

Diego de Montemayor. 

 

Un puente en cada calle que atravesaba la acequia

En su camino al noreste -colonia Industrial- la acequia atravesaba las calles de Matamoros, 15 de Mayo, 5 de Mayo, y Washington por lo que, en cada una de ellas se construyó un puente, y otro más en el cruzamiento del camino al Topo Chico, en un lugar cercano al cruce de las avenidas Venustiano Carranza y Francisco I. Madero. 

 

Esta única acequia primaria tenía dos derivaciones: la primera, por la calle Belisario Domínguez, donde existía otra acequia pequeña que corría al poniente un par de  cuadras y se internaba en unas huertas del Obispado. Pero como a la Ciudad le urgía el vital líquido, el Obispo José Rafael Verger mandó construir otra salida de aguas cercana a las calles de América y Matamoros, y de ahí atravesaba de poniente a oriente toda la ciudad. 

 

Esta nueva acequia secundaria cruzaba por el centro las manzanas ubicadas entre Matamoros y 15 de Mayo. En cada calle que atravesaba se edificó un puente en la primera década del siglo XIX; es decir, en las calles de: América, Miguel Nieto, Vallarta, Porfirio Díaz, Serafín Peña, Villagrán, Aldama, Rayón, Cuauhtémoc, Garibaldi, Colegio Civil, Juárez, Guerrero, Galeana, Emilio Carranza y Escobedo. 

 

De todos estos, los únicos puentes que tenían nombre eran los de Guerrero -luego de la Independencia-, aunque la calle no tenía nombre, el puente se llamaba de Guerrero; y el de Escobedo, conocido como puente Guamantla o Huamande, por una familia nativa de Huamantla, Puebla, que vivía cerca de ese puente. 

 

Los estragos de la Viruela entre los regiomontanos

Imposible dejar de mencionar que la construcción de estos puentes coincide con los esfuerzos que se hacían para contener la pandemia de la Viruela, mismos que se reflejan en esta acta de 1798. Entre los gastos de la Ciudad aparecen tanto el pago a los trabajadores de la salud, como los gastos de la reparación del puente Huamande:  

 

“A 9 de septiembre de 1798. Haviendo presentado el día siete de este mes el capitán don Pedro Herrera la cuenta general de cargo y data que ha seguido en el Hospital Provisional de Viruelas que voluntariamente ha administrado (…) y que este Ayuntamiento de las debidas gracias a dicho capitán por la caridad, esmero y amor con que se trataron los pobres enfermos y el empeño con que ha servido a la patria sin dispensarse fatiga ni incomodidad para ello, (…) sabedor este Ayuntamiento (…) de que ya la epidemia de viruelas se ha acabado en este vecindario según las partes que ha recivido de los encargados de Barrios: acordamos también que por el Ayuntamiento se pase una diputación a dar las mas expresivas gracias al R.P. Fray Antonio de la Vera y Galvez por el incesante trabajo que ha tenido en la asistencia diaria de dicho Hospital y a los vecinos en particular en sus propias casas, todo lo cual ha hecho voluntariamente (…) constándonos también que dicho R.P. necesita para su subsistencia de la limosna que voluntariamente quieran darles los feligreses de esta ciudad por que de nadie toma estipendio por curarles, determinamos se ponga en poder de su síndico para el expresado fin la cantidad de trescientos pesos: que a doña Josefa Ayala que estuvo en el Hospital de Mujeres, cuidándole se le de para gratificación veinte y un pesos, dos reales, a don José la Madrid que sirvió de practicante en el mismo veinte y dos pesos medio real y que los doscientos pesos que sobran en el fondo de esta limosna se inviertan a beneficio del público en la composición del puente que llaman de Guamande , entregándoselos para el efecto al Regidor Honorario y Mayordomo de Propios don José Froylán de Mier y Noriega”. 

 

Monterrey, 12 de septiembre de 1798. 

 

Se inocularon 2100 personas 

Murieron 0011 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

Padecieron viruelas naturales 0466 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

Murieron 0032 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

 

Entraron en el Hospital inoculados 0101 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

De viruelas naturales 0080 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

Murieron de los primeros 0002 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

De los segundos 0006 ¨¨¨¨¨¨¨¨ 

 

Herrera, Canales, Sada, Uresti, Mier, Llano, Arispe, Rigada, de asistencia Miguel Margain, Ygnacio Navamuel. 

 

Se debe aclarar que la cifra de muertos por la Pandemia corresponde a sólo un mes, porque en total la Viruela mató a mil 079 personas en todo el Nuevo Reino de León.  

 

Construye la Iglesia las dos presas con sus respectivas cortinas y puentes

Regresando al tema de los puentes, la reducción del caudal del Santa Catarina causó gran escasez de agua en tiempos de estiaje, por lo que el Obispo mandó construir dos presas en el curso del Río Santa Lucía. A estas alturas del estudio el lector ya habrá advertido la estrecha relación que había entre los puentes y el sistema de distribución de agua.

 

Esta relación entre acequias y puentes se evidencia en estas obras hidráulicas. Las dos presas construidas fueron las populares Presa Chica -o de Guadalupe- cuya cortina era la continuación de la calle Zaragoza; y la Presa Grande -o de la Purísima Concepción- que tenía por cortina a la calle de Diego de Montemayor. Ambas cortinas, además de servir de continente al líquido, servían de puentes y en consecuencia, de invaluable utilidad en términos de movilidad urbana. 

 

Sustituye el Municipio los materiales rústicos de los puentes por Calicanto

En 1813, el municipio de Monterrey, presidido por Fernando de Uribe -el primero que fue electo democráticamente según las normas de la Constitución de Cádiz- ordenó que todos los puentes de la Ciudad se hicieran de Calicanto (de material) sustituyendo a los de troncos que aún quedaban. 

 

“.. A 20 de diciembre de 1813. Estando juntos en la Sala Capitular los señores Presidente Dn. Fernando de Uribe, Alcalde Constitucional primer nombrado y encargado del mando político de la provincia; Regidores Dn. Juan José y Dn. Urbano de la Garza, Dn. José Luis de la Garza, Dn. Matías de Llano, Dn. Lorenzo de la Garza, Dn. Francisco de la Penilla, y los Síndicos Procuradores, Dn. Ambrosio Aldasoro y Dn. Pedro José Morales, se leyó un oficio... 6a. Para llevar a efecto la construcción de los calicantos de las acequias y puentes en los términos propuestos, Dn. José Antonio de la Garza y Dn. Juan Reyes”

 

Fernando de Uribe José Urbano de la Garza, José Luis de la Garza.  

Ante mí  

José Trinidad de Arrese  

Secretario. 

  

Conecta el puente de Zuazua a la Ciudad hasta la calle Washington

Para el año  de 1815 la calle del Obispado, hoy llamada Zuazua al norte, sólo llegaba hasta 15 de Mayo y era un callejón rodeado de milpas. En la siguiente acta vemos que se autoriza la extensión de la calle, con la construcción de un puente para comunicar a las viviendas que ya existían al norte del Río Santa Lucía hasta la actual calle de Washington. 

 

“En la ciudad de Monterrey, a 6 de diciembre de 1815. Juntos en este día en cabildo extraordinario los señores Presidente Dn. José Froylán de Mier Noriega, Alcalde Ordinario de 1a. elección y Gobernador Político Interino de la Provincia por ministerio de la Ley; Regidores Dn. Pedro Manuel de Llano, Dn. Leonardo Guerra, Dn. Pedro Cleto de Ayala, Dn. Lorenzo de la Garza, Dn. Ignacio Martínez, Dn. Lorenzo González, Dn. Francisco Bruno Barreram y Síndico Procurador General Dn. Urbano de la Garza; se trajo a la vista el acuerdo anterior, y en su virtud y lo más que al intento discutieron los señores… En el mismo día, concluída la acta antecedente se procedió a discutir el punto pendiente sobre abrir el callejón que dice el acta del 21 de octubre y habiendo manifestado los señores comisionados su sentir se procedió a la votación y quedó acordado que por ahora se abra hasta el Ojo de Agua, para dejar libre el uso a los vecinos; y que deberá continuarse hasta la salida de la Ciudad cuando se facilite el tránsito por medio del puente, u otra cualesquiera disposición que se tome por el Gobierno”. 

 

José Froylán de Mier Noriega; Pedro de Llano; José Leonardo Guerra; José Ignacio Martínez; Francisco Bruno Barrera.

Pedro José Morales, escribano del Ayuntamiento.  

 

Los puentes después de la época Colonial

Así terminó la vida Colonial en el Monterrey de 1821. Pero este texto estudia de 1792 hasta 1851, y en ese tracto se construyeron en la Ciudad: los puentes de la Acequia que corría paralela a la calle de Matamoros (de América a Escobedo), luego tres grandes puentes, dos de ellos servían de cortina -como ya dijimos-, sobre las calles de Zaragoza, Zuazua y Diego de Montemayor. En el ramal de la acequia que iba al noreste se construyeron los puentes de Matamoros, 15 de Mayo, 5 de Mayo y Washington.

 

Los puentes que permitían entrar y salir de Monterrey

Para las vías de entrada y salida de la Ciudad ya existían estas obras: el Puente Hidalgo -antes Puente Real- que comunicaba con Saltillo; el Puente de la calle Morelos que comunicaba con el camino al Huajuco -hoy Santiago-; y el Puente que salía de la calle Abasolo que comunicaba al camino a Cadereyta. Luego se construyó al norte un puente que cruzaba la acequia en el camino al topo Chico. 

 

Con la invasión norteamericana se abandonaron los puentes

En los siguientes años casi no hubo obra pública en razón de la prolongada guerra civil derivada de una media centena de revueltas, revoluciones y asonadas que flagelaron a todo país desde 1829 hasta 1846. Y en ese año llegó a Monterrey la invasión norteamericana; en consecuencia, los puentes existentes fueron deteriorándose por el uso intensivo con los pertrechos de la guerra. 

 

En esta acta de 1850 se informaba el deceso del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Manuel de la Peña y Peña, quien siendo presidente de la República al término de la invasión norteamericana negoció con éxito la conexión de tierra que une a la Baja California con Sonora, territorio que también era codiciado por los insaciables norteamericanos. 

 

Pero obviamos esa parte para evitar otra digresión y enfocarnos a la formación de una comisión de obras para reparar el Puente Hidalgo -antes Puente Real-, cuando el alcalde era Gregorio Zambrano. 

 

Repara el Municipio el puente Hidalgo, antes llamado Puente Real

“Sesion del 5 de febrero de 1850. Leída y aprobada la acta anterior se dio cuenta con lo siguiente. Un decreto del Soberano Congreso disponiendo los funerales del Exelentisimo Señor al Señor Presidente para su publicación(…) Ynformando la corporacion por el Señor Presidente y Sindico mas antiguo de que una de las  bobedas del puente de Ydalgo, la que conduce a la agua de beneficio de las labores nuevas, se esta undiendo, se acordo que se proceda inmediatamente a su recomposicion en terminos de que no se siga perjuicio por la demora á (ilegible)arrendatarios, tomando la comisión de obras con asociacion del 1er. Sindico toda la precicion util para los trabajos para mañana mismo, previo siempre el debido reconocimiento de un perito bastante inteligente que solicitarán el comisionado y Sindico: Dada cuenta por ultimo con el espediente sobre remate del asiento de gallos por no haber habido licitantes para el remate se acordó se vuelva a sacar á pregon en la misma forma para el domingo procsimo 10 del presente. Con lo que se levantó la sesion: doy fé. Firmas”. 

 

A la altura del puente Hidalgo se formó un desarrollo agropecuario para nuevos regiomontanos o para aquellos que regresaban después de la invasión. Para esto el puente Hidalgo representaba un medio de contacto de personas y mercancías, pero su cercanía con las tierras de la Iglesia aledañas al Palacio de Guadalupe -El Obispado- causó algunos problemas en la distribución de tierras: 

 

“Sesión ordinaria del 17 de Febrero de 1851 (…)tomaron poseción de los empleos de Alcalde 1o. suplente el Señor Don José Maria Gafá por haber sido promovido a Consejero de Estado el Señor Don Felipe Sepulveda y de Alcalde 2o. Juez de instancia el Señor Don Estevan Tamez por renuncia admitida al Señor Don Francisco Antonio de Llano... Habiendo manifestado los Sindicos procuradores que abierta rectamente en lo posible para el mejor transito la calle principal de las puentes para arriba asta la mohonera se han presentado muchos vecinos pidiendo solares para el lado del sur, pero considerando que al hacerlo podrá tocarse el terreno perteneciente a la loma lo ponen en conocimiento de la corporación para que resuelva lo conveniente y con vista de ello se dispuso se pidan oficialmente al Señor Gobernador de la Sagrada Mitra los titulares en la espresada Loma para respetar en su caso la propiedad de aquel terreno”.  

 

Buscaba el Cabildo a un extranjero para construir columnas artísticas en el Puente Zuazua

En esta acta vemos cómo se buscaba a un extranjero para que construyera unas columnas artísticas en el puente de Zuazua que, además de funcional debía ser estético. Esto se dio en el marco de la presidencia de Mariano Arista quien trataba de mejorar la imagen del país tras el desastre de la invasión norteamericana y los constantes hechos de armas mencionados.

 

Sin embargo, ante la imposibilidad de contratar a los arquitectos extranjeros Juan Solas y a Blacayer, se acordó contratar a Papias Anguiano, que la gente lo daba por extranjero -le decían griego, siendo hidrocálido-, a pesar de que él se refería a sí mismo como mexicano y pintor. Así que en esa época Anguiano fue el arquitecto favorito de la ciudad.  

 

Se convierte Papias Anguiano en el arquitecto favorito de la Ciudad

“… 18 de Marzo de 1851. Avierta por el Sr. Presidente la Sesion manifestó que la comisión pidió reunion á cabildo para el objeto que su señoria dirá y tomando la palabra el Sr. Lozano comisiónado al efecto de obras dijo que desea que la corporacion le diga sí en la contínuacion de casas conmitoriales se ha de llevar ó  adelante para su ejecusión el plano formado por el estranjero Don Juan Solas, y que estando dicho plano segun informe de la Secretaría inpodia del extranjero Blacayer por  disposicion del Sr. Alcalde 1o del año pasado para haberse si fuere conveniente algunos reformas, y dicho individuo halla ausente en Monclova sin saberse donde dejo el plano, esto presta merito para que en caso de llebarce a delante no pueda acopiarse material propio para las columnas del corredor del puente, lo cual oido por la corporacion, despues (…)sobre la calidad en la obra y sí para su continuacion sea necesario formar un nuevo plano adecuado á las fabricas del dia, se dispuso á moción del Sr. Valdes se mande hacer un nuevo plano conferenciandose con Don Papías Anguiano el diseño que se tíene a la vista formado por otro arquitecto existente en esta ciudad, sin (ilegible) que se recabe el primero, y que esto sirba en resolusion y norte á la comision para continuar sin necesidad de esperar el plano, la obra por las piezas al norte. con lo que se levanto la sesion: doy fé= Firmas” 

 

Hasta aquí la historia de los puentes de la Ciudad hasta 1851, época en que los puentes eran más funcionales que artísticos. Se buscaba como único fin que las aguas  no inundaran las partes bajas y permitieran cruzar las obras hidráulicas. A partir de ese tiempo, la construcción de puentes urbanos fue mucho más dinámica, identificando a nuestra Ciudad como una de las que tenían más puentes en el país. 

Continuará… 

 

Fuentes:

Archivo de Monterrey. Ramo Actas. 

Anexo del Acta de Fundación 20 de septiembre de 1596. 

9 de septiembre de 1798. 20 de diciembre de 1813. 6 de diciembre de 1815.  5 de febrero de 1850. 17 de febrero de 1851. 18 de marzo de 1851.