Hay un refrán que sabiamente dice: “Ni sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió, ni mandes a quien mandó”. Es que cualquiera de las tres personas aludidas conocerá perfectamente los defectos propios de las mencionadas servidumbres, y posiblemente se mostrará, además de riguroso, engreído por su condición de persona venida a más.