19/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Octubre 28 de 1967: el presidente Gustavo Díaz Ordaz recibe del presidente norteamericano Lyndon B. Johnson, el predio denominado El Chamizal. Se trata de 2.4 kilómetros cuadrados, una bicoca comparado con los millones de kilómetros cuadrados que perdimos cuando ese país nos invadió y derrotó militarmente. El Chamizal, que peleaban México y Estados Unidos desde 1866, está en la frontera de México y Estados Unidos, entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, que por un cambio de trazo en el cauce del río Bravo, quedó del lado norteamericano.

Ambas naciones reclamaban el terreno pues en el Tratado de Guadalupe Hidalgo se fijó el río como límite de cada uno de los dos países, pero nadie contaba con un fenómeno natural que se presentó entre 1852 y 1868, y consistió en que el cauce de este río se movió hacia el sur, “comiéndose” 2.4 km2 de territorio mexicano. Esto provocó que Estados Unidos dijera que el predio en disputa ya era de ellos y se hizo un fuerte debate hasta que en 1895 un grupo de mexicanos inició una demanda en la Corte Primaria de Demandas de Juárez para recuperar ese terreno. En 1910, los gobiernos de México y Estados Unidos acordaron someterse a un arbitraje y se estableció un tribunal para ello.

El tribunal recomendó en 1911 que el predio peleado se repartiera entrambas naciones, correspondiéndole la mayor parte a México. En ese periodo de demanda y pleito que llegó a amenazar las relaciones de México con EUA, a la parte de tierra que quedaba entre los dos cauces del río, el anterior y el nuevo, se le conocía como La Isla de Córdoba, figura extraña que consistía en una especie de isla mexicana dentro del territorio norteamericano.  El 14 de enero de 1963, el presidente John F. Kennedy aceptó establecer la frontera en base al arbitraje de 1911, mediante el cual, México recuperaba 1.5 km2 del área del Chamizal y 28 hectáreas al este de la isla de Córdoba. Firmaron un acuerdo los representantes de ambas naciones, siendo esta es la única ocasión en que México recupera –hasta ahora- un pedazo del territorio que Estados Unidos tomó de nuestro patrimonio nacional.