03/May/2024
Editoriales

El incomparable oficio político de Ruiz Cortínes

Las nuevas formas de gobernar y hacer política en general son muy diferentes a las que se usaban en la primera mitad del siglo XX, época del llamado Milagro Mexicano.

  Ciertamente las bases y reglas políticas son muy parecidas, pero con sólo leer un discurso de aquellos años, uno se da idea de las abismales diferencias con la actualidad, y como decía el maestro Reyes Heroles, ‘la forma es fondo’.

  En un discurso clásico la exposición de motivos, o exordio, la claridad en la narrativa, el epílogo y de manera relevante, el nivel del léxico político son aspectos clásicos, incomparables de los mensajes que se generaban antes, con los de ahora.

  El mejor ejemplo es el de Don Adolfo Ruiz Cortines, un político veracruzano que vivió episodios históricos, desde la despedida de Porfirio Díaz cuando abordó en 1911 el barco Ypiranga con rumbo a Francia, hasta los preparativos de la revolución cubana cuando asiló a Fidel Castro.

  No es casual que de Ruiz Cortínes se hable tan bien, y se ejemplifiquen su honestidad y oficio político. El país comenzó a escuchar el nombre de Adolfo Ruiz Cortines a partir del sacrificio del presidente Francisco I. Madero –en 1913- evento que le abrió la posibilidad de ‘amarrarse políticamente’ con el Ing. Alfredo Robles Martínez, regente del Distrito federal, a quien le ayudó con la administración de la gran ciudad. 

  En 1944 Don Adolfo fue gobernador de Veracruz y, para 1946, ya era secretario de gobernación con el presidente Miguel Alemán. 

 

 Desde luego que la diferencia de estilos políticos respecto a Miguel Alemán era más que evidente, pues Ruiz Cortines fue un hombre serio, honesto y austero, personalidad diametralmente contraria a la de Alemán. Otro gran éxito de Don Adolfo fue que se rodeó de personajes de su mismo estilo, como el gobernador neolonés Ignacio Morones Prieto, quien se desempeñó como  secretario de salubridad fue muy mencionado para la candidatura presidencial después de Ruiz Cortines, y jamás se le acusó de malos manejos. La seriedad y cultura de Don Adolfo le hacía parecer un sabio de la política y el arte de gobernar, signo distintivo de su mandato. Sin embargo, pocos se han percatado de un dato interesante: Adolfo Ruiz Cortínes fue el último presidente mexicano nacido en el siglo XIX, en el año de 1889 y murió en 1973.