Editoriales

La auto-dependencia

El automóvil vino a solucionar muchos problemas de transporte. Sin embargo, de ser solución se fue convirtiendo en problema al proliferar tanto que ya no caben los autos en las calles del mundo. Esto no pudo crecer a tales dimensiones si no hubiera semejante demanda, y por eso las plantas automotrices producen cada vez más y más automóviles.

¿A qué se debe que todo mundo quiera tener uno? Es que además de transportarnos, y escuchar música y noticias en él, nos guarece del mal tiempo, del sol, de la lluvia, y del frío. Trabajamos, comemos, cortejamos, compramos, dormimos y hacemos cualquier cosa dentro de un automóvil. Los hay equipados con GPS que nos guía con una voz de mujer sexy en cualquier parte del mundo. Sus motores y transmisiones permiten correr a más de 200 kilómetros por hora; y sus precios ya se equiparan al de una casita modesta. Ah, el elemento adicional en su favor es que el automóvil nos da un nivel que depende de la marca y el modelo para que la gente nos ubique en la escalera social.   

La cultura del automóvil debe contemplar un alto. Estamos gastando demasiado dinero en combustibles y mantenimiento; demasiados recursos naturales que contaminamos. El problema es que ya no queremos ir a pie ni a la tienda de la esquina a comprar un seis de cerveza para ver un juego en la TV. ¿Cómo podremos curarnos de esta auto-dependencia? ¿Cuándo perdonará la sociedad al que se traslade en transporte público?