02/May/2024
Editoriales

Nancy Pelosi en Taiwán, un gambito de Biden

La presencia de Nancy Pelosi en Taiwán es una provocación norteamericana a China, cuyo presidente Xi Jinping le dijo sin ambages a su homólogo estadounidense Joe Biden que no jugara con fuego, que respetara el principio de tratar con una China unida. Ante esa amenaza -no tan velada- Biden reaccionó recordando que su país respeta a China, pero que continuará su relación con Taiwán para que haya equilibrio en la región.

Para analizar esta respuesta, que fue acompañada de la visita de Nancy Pelosi a la dirigente de Taiwán Tsai Ing-wen, cualquiera podría pensar que la jugada de Biden es muy riesgosa, pues medirse con la dupla China-Rusia podría desatar un conflicto militar que podría llegar hasta una III Guerra Mundial. 

Este es el clásico estilo norteamericano que ha aplicado en todo el mundo desde que en 1846 invadió México, tras emancipar la provincia de Texas y sumarla a su territorio. Sin embargo, en la actualidad las condiciones son otras, pues China -que no es una perita en dulce- está amarrada con Rusia y, ya juntas ambas potencias, son un verdadero trabuco. 

Ya hemos dicho que la III Guerra Mundial no será con armas porque todos perderíamos, sino que podría ser económica y/o bacteriológica, que es un poco menos salvaje, pero finalmente también costaría millones y millones de vidas.

Además otra circunstancia importante es que China es el más grande acreedor de Estados Unidos, quien le debe la friolera de ¡dos billones de dólares! Así que le sale más barato echarse un ‘pleito ratero’ que pagarle al Oso amarillo. 

La Rusia de Putin está de nuevo en competencia y ardida porque en la guerra de Ucrania los países aliados encabezados por Estados Unidos, le están haciendo el vacío comercial, y sólo espera el invierno para cobrárselas dejándoles de vender gas natural. Claro que de ese lado no cantan mal las rancheras, pues Rusia la arrebató a Ucrania la parte de Crimea, y China tiene varias naciones bajo su control, como es el caso de Taiwán. Es decir, esto se trata de un pleito entre bandas de chicos malos. 

Es importante recordar que Hilary Clinton en su libro ‘Hard Choices’ dice que Estados Unidos prefiere una confrontación bélica con Rusia y China por tener más posibilidades de ganarla, a una confrontación económica que sin duda perdería. 

Hasta la segunda guerra mundial, la hegemonía era de Inglaterra y su imperio, luego de Estados Unidos compitiendo con la URSS; por un tiempo lo monopolizó EU y ahora hay tres líderes poderosos que pujan por el liderazgo: Estados Unidos, China y Rusia, a ver de cuál cuero salen más correas. Lastimosamente la Europa que conocimos ya no es tan poderosa, aunque está amarrada con Estados Unidos, podría ser el elemento clave para decantar el conflicto, porque son 27 naciones que, sumadas a México y Canadá, potencian al poderoso país de las barras y las estrellas.  

El trato altivo de Estados Unidos viene de la monopolaridad que vivió al disolverse la Unión Soviética en 1991, y quedó acostumbrado a que el resto del mundo sea sólo su proveedor, pero su industria se globalizó buscando países con mano de obra barata, principalmente en China.  Y esta gran nación no se conformó con ser maquiladora, creando su propia industria y educando a las nuevas generaciones. 

Así que muchas compañías norteamericanas se vendieron a extranjeros como el New York Times al empresario-líder religioso coreano Moon. Y así Estados Unidos perdió la hegemonía económica mundial aunque conserva la primicia militar, a pesar de que Rusia y China hayan avanzado, están aún en un segundo nivel frente al gigante norteamericano. 

La prueba reciente de la fuerza que tiene la emergente potencia amarilla fue la pandemia del Covid, que se generó en China y la controló rápidamente, mientras Estados Unidos no ha podido exterminarla totalmente.  

En la guerra fría, la URSS y Estados Unidos se disputaban con guerras y golpes de estado la "amistad" de los países. En Centroamérica, Nicaragua para los soviéticos, y Panamá para los norteamericanos; en Asia, China y Vietnam para los comunistas, Japón y Corea del Sur para los gringos; en África, las racistas Namibia y Sudáfrica para los americanos y el Congo y Senegal para los soviéticos. La ventaja de Estados Unidos es que consiguió fecundar a sus aliados con el consumismo, cultura económica que maneja a la perfección.

Muy pronto veremos de qué está hecho Jinping, porque a Biden le urge una guerra que mueva la economía y potencie su candidatura rumbo a una posible reelección. Uf.