Editoriales

Los pasteles de María Antonieta

Estudiar a María Antonieta de Francia es entender el papel que la prensa amarillista ha tenido en los movimientos políticos y sociales, pues sus antecesores –los libelos- crearon de esta mujer un monstruo de papel.

María Antonia era parte de la familia real austriaca y a sus 14 años fue elegida entre sus hermanas para casarse con el príncipe Luis de Francia, de 15 años. Se transformó con su boda en la princesa María Antonieta y, cinco años después, reina de Francia.

Se ganó la admiración del pueblo con su sencillez, pero en la corte de Versalles, al suroeste de París, los refinados aristócratas franceses la veían como plebeya. Pronto se convirtió en una especie de deporte hablar mal de la nueva reina. De la propia familia real salió el cruel apodo de l´Autrichienne, que significa: la austriaca, pero daba lugar a un juego de palabras por contener “chienne” que significa perra.

Los libelos (del inglés libel que significa calumnia escrita) se ensañaron con ella, y se ha concluido que detrás de los más agresivos estaban sus cuñados, los condes d´Artois y de Provence, y a base de constancia, de decir infamias contra María Antonieta, terminaron con ser “verdad” ante el pueblo francés. Tardaron siete años ella y Luis XVI en tener hijos, y aunque después procrearon a cuatro, ese lapso fue suficiente para que la involucraran en cualquier cantidad de falsos excesos sexuales con media corte francesa, vinculando inexplicablemente eso a su falta de embarazos, pero la gente leía una y otra vez esas versiones que el rey nunca pudo o no quiso combatir, pensando que al ignorarlos cejarían en sus aviesas intenciones. Un gran mito fue que al escuchar que la gente sufría por la escasez de pan, cuando vino “La Guerra de la Harina”, ella contestó: “Pues ¡que coman pasteles!”. Esta frase ya circulaba en la corte francesa mucho antes de que María Antonieta fuera reina. Es absolutamente demostrable que la autoría de esa frase no es de ella. En sus “Confesiones”, Juan Jacobo Rousseau en 1767 –tres años antes de que llegara María Antonieta- recuerda un incidente en el que “una gran princesa” profirió la frase al enterarse de que los campesinos no tenían para comer.

Sin embargo, en los libelos relacionaban la frase con María Antonieta, que fue pasada por la guillotina luego de cualquier cantidad de crueldades que pasó en la cárcel.

Esto sucedió durante la revolución francesa de 1789. El populacho apresó y llevó a la familia real a París. Los monarcas pidieron ayuda a la realeza de otros países para salvar a la monarquía pues el sentimiento popular en su contra amenazaba con extenderse a toda Europa.

Austria y Prusia le declararon la guerra a Francia, y eso agravó las cosas porque se acusó a la familia real de traición a la patria por revelar secretos al enemigo. Así que María Antonieta fue decapitada el 16 de octubre de 1793 y los libelos, necesitados de una justificación porque entre el pueblo comenzaba un sentimiento de apoyo a su figura, publicaron Les adieux de la Reine à ses mignons et mignonnes (El adiós de la reina a sus amantes, varones y mujeres).

Las redes sociales actuales han disminuido la influencia de la prensa clásica, pero al democratizar la opinión publicada, igual se cometen excesos e injusticias con la diferencia de que ahora nada cuesta defenderse, pues en teoría ese medio es accesible para todos, no solo para los acusadores sino también para los acusados.