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"Tragedia humana", la migración humana : Papa

CIUDAD JUAREZ - El papa Francisco calificó como una crisis humanitaria la migración de miles de personas que se ven forzadas a huir de sus paí­ses en busca de una vida mejor y exhortó al mundo a abrirles su corazón.

"Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado", dijo el pontí­fice en una histórica misa a unos metros de la frontera entre México y Estados Unidos, en un momento en que hay un creciente discurso antiinmigrante en las precampañas para la presidencia estadounidense.

En una ceremonia litúrgica que fue seguida de manera presencial o en pantallas en ambos lados de la frontera, Francisco señaló desde la localidad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez que la migración forzada es una verdadera "tragedia humana" ante la que se debe mantener "el corazón abierto".

Lamentó que los más vulnerables sean los jóvenes convertidos en "carne de cañón" y quienes son "perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas".

La ceremonia litúrgica fue transmitida en vivo en un estadio de El Paso, Texas, al otro lado de Juárez, y Francisco dijo que gracias a la tecnologí­a ahora se puede rezar y celebrar sin importar las fronteras.

"No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos", dijo y reconoció el trabajo de religiosos y laicos que asisten a los migrantes aun a costa de arriesgar su propia vida.

Por la noche, cientos de personas acudieron al aeropuerto de Ciudad Juárez, donde el presidente Enrique Peña Nieto encabezó una ceremonia de despedida amenizada por un mariachi.

Momentos antes de la celebración eucarí­stica, el papa tuvo un gesto simbólico al orar frente al rí­o que separa ambos paí­ses por los migrantes que cada año mueren en su intento por alcanzar un mejor destino. Se acercó a una gran cruz colocada en una plataforma, ofreció un ramo de flores como ofrenda y bendijo a las cientos de personas que lo veí­an del lado estadounidense.

Francisco dejó una foto para la historia cuando hizo la señal de la cruz con la mano a las personas que saludaban al otro lado del rí­o Bravo.

Aún con lágrimas en el rostro, íngeles Arévalo se dijo satisfecha de que el pontí­fice tocara los temas que ella esperaba.

"Habló de las mujeres desaparecidas, de los inmigrantes, de los mismos que venden droga y destruyen a los adolescentes", dijo.

Maribel Hernández, de Ciudad Juárez, dijo que el mensaje podrí­a hacer que cambien las actitudes en Estados Unidos hacia los migrantes.

"í‰l puede ayudar mucho. Es el Santo Padre y puede ayudar mucho", afirmó.

Unos dí­as antes de la visita a la frontera, Donald Trump, uno de los aspirantes a la candidatura presidencial republicana, criticó al pontí­fice.

"No creo que comprenda el peligro de la frontera abierta que tenemos con México", dijo Trump en una entrevista con la cadena televisiva Fox. "Creo que México le hizo hacerlo porque quieren mantener la frontera como está. Ellos están ganando una fortuna y nosotros perdemos".

El reverendo Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, dijo que al papa le preocupa la situación de los migrantes en todo el mundo, no sólo en Estados Unidos.

Antes de la misa, Francisco lamentó la falta de oportunidades de trabajo y estudio que enfrentan los jóvenes, y advirtió que la pobreza genera el ambiente propicio para que sean atrapados por el narcotráfico.

En un encuentro con trabajadores y empresarios, pidió pensar qué tipo de México quieren legar a sus hijos.

"¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar, la palabra es clave, generar renovación o cambio?", preguntó.

Para el pontí­fice, la pobreza y la marginación son "el mejor caldo de cultivo para que caigan en el cí­rculo del narcotráfico y de la violencia", y criticó las mentalidades que ponen a las personas al servicio del capital.

"Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros dí­as", advirtió desde un centro educativo de Juárez.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, reconoció que el principal desafí­o es promover el desarrollo en México, donde cerca de la mitad de la población vive en la pobreza y seis de cada 10 trabajadores están en la informalidad, sin seguridad social.

Francisco cerró el miércoles una atareada visita de cinco dí­as que se centró en las injusticias que afrontan los más pobres, oprimidos y vulnerables en México ante la violencia instigada por las drogas. El pontí­fice intentó ofrecer consuelo al tiempo que reclamó a los lí­deres polí­ticos y religiosos que no han cumplido con su pueblo.

El papa también visitó el miércoles una cárcel en Ciudad Juárez, donde advirtió que los problemas de inseguridad no se acaban cuando se encarcela a alguien.

A unos 700 internos de la que fuera una de las cárceles más peligrosas del paí­s el papa les pidió "no quedar presos del pasado, del ayer" y "aprender a abrir la puerta al futuro".

Pero su mensaje fue más amplio: "El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social".

Un dí­a antes de la llegada del papa, un motí­n en otro penal dejó 49 presos muertos.

Hasta no hace mucho Juárez era considerada la capital mundial de los homicidios. La guerra entre cárteles del narcotráfico elevó la tasa de asesinatos a 230 por cada 100.000 habitantes en 2010. Una epidemia de muertes de mujeres, muchas de ellas trabajadoras pobres de fábricas que simplemente desaparecí­an, atrajo la atención internacional.

Los tiempos han cambiado. En 2015 la tasa de homicidios de la ciudad fue de unos 20 por cada 100.000 personas, más cerca de la media nacional mexicana de 14 por cada 100.000 y muy por debajo de lo que registran ahora otros puntos de intensa violencia por el narcotráfico como el puerto turí­stico de Acapulco, en la costa del Pací­fico, y el estado de Guerrero donde se encuentra.