20/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Octubre 16 de 1854: nace en Dublin, Oscar Wilde, quien sería un destacado cuentista, ensayista, dramaturgo, poeta y crítico literario. Hijo de intelectuales, -sir William Wilde, el mejor oftalmólogo de Irlanda y aficionado a las letras-, y -Jane Wilde, una poetisa y brillante periodista- desde niño mostró un fenomenal ingenio.

  Estudió en el Trinity College de Dublín y en el Magdalen de Oxford, declarado discípulo de Ruskin y Pater, se mudó a Londres en 1878. Casó con Constance Lloyd en 1884 y para 1886 ya era padre de dos hijos. A pesar de la dote de Constance, no tenían suficientes recursos económicos por lo que Wilde trabajó en revistas femeninas para sacar sus gastos familiares.

  Esto terminó cuando en 1890 se estrenó su obra de teatro Dorian Gray, que en 1891 apareciera editada como novela. Esta obra lo prestigió trayéndole buenos ingresos y le abrió paso a El crimen de lord Arthur Savilley otros cuentos, que terminó de hacerlo famoso. En el rubro de las comedias comenzó en 1892 con El abanico de lady Windermere, en 1893 Una mujer sin importancia, en 1895 Un marido ideal, y ese mismo año salió a la luz su otro éxito grande La importancia de llamarse Ernest. Ya para entonces Wilde era reconocido en Europa, no sólo en Reino Unido. Sin embargo, al ser un personaje literario y social relevante, no pudo ocultar su homosexualidad, aspecto que en aquel tiempo era mal visto y perseguido. Su relación íntima con el joven lord Alfred Douglas lo llevó a ser condenado por “sodomía y grave indecencia” cayendo en prisión en 1895. Desde la cárcel escribió la epístola De Profundis, que se publicó hasta después de su muerte en 1905. Wilde fue gran maestro en la crítica, el ensayo y la narrativa breve. Sus frases célebres, sentencias y cartas escritas desde el cautiverio son coleccionadas por cientos de miles de personas en todos los idiomas.

  El retrato del señor W. H. Escrito en 1895 lo reivindica como abanderado del Esteticismo, y condensa su talento. A más de un siglo de su muerte sigue siendo un fenómeno literario, para sus detractores fue un escritor light de obras populares, y para sus seguidores fue el gran pensador moderno, puente entre dos siglos, hombre de letras que enfrentó la rigidez social de su época. Ni en la adversidad abandonaba el sentido del humor, se reía de su propia desgracia. Sus conferencias impartidas en Europa y en Estados Unidos, así como sus declaraciones públicas siguen siendo objeto de miles de estudios y aún así quedan aspectos de su vida absolutamente enigmáticos. Una vez le dijo al pintor James Whistler: continúa siendo como yo, incomprensible; la grandeza consiste en ser mal comprendido.

  No dejó un diario íntimo ni escribió sus memorias y, comparado con otros escritores decimonónicos, su obra es reducida. Su ortografía era casi perfecta, a excepción de los nombres propios y hasta de los lugares, que hay quien postula que esas faltas son –de tan obvias- mensajes cifrados de su genio. Nunca fechaba sus cartas y textos. En 1900, luego de salir de la cárcel y unos años de existencia errática vagando por Europa, el gran Oscar Wilde de 46 años de edad, murió solo, pobre y triste, en un hotel de París.