24/Apr/2024
Editoriales

Los atractivos de Dalí

 

El genial Stravinsky solía contar en forma recurrente esta anécdota: Un buen día, coincidió Stravinsky con el gran Salvador Dalí en un hotel de Nueva York. El pintor llevaba una campanilla, y no sólo eso, sino que también lucía un imponente mostacho que, rizado, le llegaba hasta los ojos. Dos grandes hombres, el pintor y el compositor conversaron amigablemente por largo tiempo hasta que Dalí hizo un evidente gesto de despedida. 

 

_¿A qué viene eso de la campanilla? Preguntó de despedida un intrigado Stravinsky.

 

_Verá usted, me proporciona la oportunidad de atraer sobre mis bigotes la atención de los viandantes, respondió el genio de Figueras.