24/Apr/2024
Editoriales

¿Clasificar a los hombres por sus características físicas?

Entre los siglos XVII y XIX se propaló por el mundo occidental la tesis de que era correcto hacer negocio con la trata de humanos. Esto porque las razas se diferenciaban más que por su color de piel, por su capacidad intelectual, y por lo tanto algunas deben servir a otras. El colofón de esta versión era mencionar que las características físicas de las razas las delataban. Y llegó una clasificación de los hombres: los hay caucásicos o blancos, mongólicos -amarillos-, y etiópicos -negros-.

  Los autores de esta simplísima clasificación fueron Cuvier y Gobinau y se advierte a botepronto que ellos veían a las razas humanas  como si fueran de animales, llámese leones, perros o peces. Después llegaron otros científicos que para clasificar a los hombres calificaban otras cosas llegando algunos a plantear que la capacidad intelectual dependía del peso del cerebro, así que andaban a la búsqueda de cráneos famosos. Hasta que finalmente llegó la realidad: el cerebro de Anatole France pesó la mitad del cerebro de Iván Turguenev, y ambos tenían más o menos la misma capacidad literaria. Y todo fue que se diera la primera incongruencia para que vinieran otras, pues los datos duros terminaron desprestigiando esa aberrante tesis. Aún en 1964, la Enciclopedia Británica decía que los negros tienen un cerebro pequeño en relación al tamaño de los cuerpos.

  El colmo fue Robert Lansing, secretario de Estado del gigante bélico Estados Unidos, quien justificó los 19 años de ocupación militar de Haití, aduciendo que como “los haitianos eran negros son incapaces de gobernarse, pues así es su naturaleza”. Pero muy pronto llegó Obama a la presidencia norteamericana y lo grave para estos especuladores de la verdad, este señor de color serio, hizo mucho mejor papel que el actual presidente Blanquirojizo.