Editoriales

Duro contra Madero

En 1908 el presidente Porfirio Díaz declaró al periodista norteamericano Creelman, que ya quería retirarse a descansar, que en las elecciones de 1910 dejaría el juego democrático libre para que gobernara el que decidieran los mexicanos. Y todos se lo creyeron: Francisco I. Madero, el gobernador Bernardo Reyes, Ramón Corral, y otros inocentes políticos, que comenzaron a moverse desde 1909 para postularse rumbo a la oficina del presidente en Palacio Nacional.

La prensa comenzó a criticar en serio al principio, pero al poco tiempo inició un proceso de bromas subidas de tono. Así que la comunidad artística no se quedó atrás y comenzaron los comediantes a arremeter contra las figuras políticas que sonaban para inscribirse en el proceso. Desde luego que a Díaz lo respetaban, por temor y por experiencias previas en donde don Porfirio no aguantaba que se metieran con él y con su familia. Pero de su nivel para abajo, agarraban parejo mofándose, por ejemplo, del vicepresidente Ramón Corral y Bernardo Reyes.

De Francisco I. Madero se burlaron hasta más no poder. Entre las obras de teatro, apareció un libelo llamado Madero-Chantecler, “Tragicomedia zoológico, política de rigurosa actualidad en tres actos en verso, firmada por Girón de Pinabete, Alcornoque y Astrágalo, seudónimo que usaba el escritor José Juan Tablada, burlándose de Madero.

Como se sabía que Francisco Ignacio Madero era espiritista, lo mostraba con los ojos en blanco, como en trance, invocando espíritus para que le ayudaran a ser presidente.

“¡Qué paladín vas a ser,/ te lo digo sin inquinas,/ gallo bravo quieres ser/ y te falta, Chantecler,/ lo que ponen las gallinas”.     

La historia es conocida, luego de muchas peripecias sin faltar el inicio de la revolución mexicana, Madero llega a la presidencia, pero eso no significaba que la prensa y los artistas le bajarían a sus críticas, al contrario, se lo acababan todos los días.