25/Apr/2024
Editoriales

Morelos, primer diputado por NL

Si el historiador tiene alguna función en la presente confusión del mundo social, científico, ésta consiste en notar las ricas particularidades de la experiencia, en buscar el incitante aroma de la vida. A diferencia del abstracto aburrimiento de los números, los “casos” y prototipos, el historiador es,como humanista, partidario de lo irrepetible de toda experiencia, así como del significado universal de la vida humana.

 

Y hablando de Historia, en 1992 la UANL editó una interesante publicación que nos habla de varios temas, entre ellos la invasión norteamericana, Morelos primer Diputado por Nuevo León, los esclavos negros en México y los impuestos en México. Todo esto en un texto que lleva por título “Pasajes de la Historia”. Su autor es el licenciado Juan Roberto Zavala Treviño.

 

La publicación contiene un prólogo del Cronista de Monterrey, maestro Israel Cavazos Garza, quien afirma que “Las cosas breves suelen, a veces, ilustrar tanto como los libros voluminosos. Este opúsculo nos ofrece, en unas cuantas páginas y en forma resumida, varios episodios de la historia de México poco conocidos. Su autor, el Lic. Juan Roberto Zavala, con estilo ágil y ameno a la vez con solidez de información, nos los brinda”

 

En cuanto al primero de los temas “José María Morelos y Pavón”, Primer diputado por Nuevo León. Pregunta ¿Sabía usted que nuestro primer Diputado al Congreso de Chilpancingo, lo fue el cura don José María Morelos y Pavón?

 

La historia es la siguiente:

 

Aunque en agosto de 1811 don Ignacio López Rayón había organizado la junta de Zitácuaro con el deseo de establecer un Gobierno del que dependiesen los demás jefes insurgentes, esta junta no tuvo mucho respaldo ni convocó a Congreso a los representantes de todas las provincias de la Nueva España.

 

En la integración de esta “Suprema Junta Nacional Americana”, participaron don José María Liceaga y don José Sixto Verduzco. Asimismo y a la sombra de esta junta, el Dr. José María Cos publicaba el periódico insurgente el “Ilustrador Americano”.

 

Sin embargo, las diferencias entre los dos miembros de la junta de Zitácuaro disgustaron a Morelos, quien convocó a un Congreso Nacional en Chilpancingo, que debería ser la suprema autoridad de todos los insurgentes del país. La convocatoria señalaba como fecha del Congreso el 8 de septiembre de 1813.

 

El propio Morelos nombró los diputados, quedando formado el grupo de la siguiente manera: don José Sixto Verduzco, por Michoacán; don José Ma. Liceaga, por Guanajuato; don Andrés Quintana Roo, por Puebla; don Carlos María de Bustamante, por México; don José María Cos, por Veracruz; por Oaxaca y Tecpan, don José Ma. Murguía y don José Manuel de Herrera respectivamente.

 

El 15 de septiembre y bajo la presidencia de Verduzco se volvió a reunir el Congreso y se nombró a Morelos primer jefe del ejército y depositario del poder ejecutivo.

 

Ante el Congreso, Morelos leyó un manifiesto con el nombre de “Sentimientos de la Nación” en el que declaraba la Independencia de la Nueva España; se establecía que la soberanía dimana del pueblo, y se fijaban garantías particulares y sociales que son dignas de encomio.

 

Asimismo, dividía ya a los poderes soberanos en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

Igualmente Morelos se declaraba respetuoso de la propiedad; declaraba inviolable el domicilio y abolía los privilegios, la esclavitud, las torturas, las penas infamantes, los estancos y las alcabalas.

 

Por último, decía Morelos, “Las leyes que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a la constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres y aleje la ignorancia y la rapiña”.

 

De esta forma estuvo trabajando el Congreso hasta el desastre de Puruarán (5 de enero de 1814) en que Morelos perdió mil fusiles, toda su artillería y sobre todo, Matamoros fue hecho prisionero por los realistas. Al conocer el desastre, los miembros del Congreso se trasladaron a Tiacotepec y de ahí a Ajuchitlán en donde resolvieron aumentar el número de diputados que constituían el Congreso. Ahí los congresistas deciden nombrar a los diputados de las provincias que hasta entonces no estaban representadas, designando a don Cornelio Ortiz de Zárate, por Tlaxcala; don José Sotero Castañeda, por Durango; don Miguel Aldrete y Soria, por Querétaro, etc.

 

En esa época, recorrer el país de un lado a otro era una odisea y los viajeros emprendían con recelo sus largas y fatigosas peregrinaciones.

 

Es entonces que se nombra -por la lejanía y la falta de comunicación- diputado por el Nuevo Reino de León al genio de la guerra y gran patriota don José María Morelos y Pavón.

 

Más adelante y ya establecido el Congreso en Apatzingán quedaron establecidos, tanto los elementos constitucionales como la forma de gobierno de la América Mexicana. Este importantísimo documento -primera constitución de nuestra Patria- fue firmado por don José María Morelos y Pavón, en su calidad de diputado por el Nuevo Reino de León. De esta manera, queda para orgullo de los nuevoleoneses que el siervo de la nación fue el primer diputado que nos representara en un Congreso Nacional.

 

Otro de los temas abordados por Juan Roberto Zavala es el de los impuestos en México y nos dice que Antonio López de Santa Ana crea la tenencia de los coches. Establece un impuesto por cada asiento y cada caballo. Había que pagar dos pesos por cada caballo. Bueno, hasta los perros tenían que pagar impuestos.

Era tal la ambición del mandatario que quería cobrar impuesto por cada puerta y ventana de las casas. Claro que había sus excepciones en cuanto a perros y caballos. Entre estas estaban los caballos y las mulas del Presidente y del ejército.

En cuanto a la rebelión de los negros en México, señala que los esclavos negros eran algo común en México. Los vendían, los intercambiaban y los daban en garantía.

Por último aborda el tema de la Universidad Socialista de Nuevo León, de los intentos por establecerla, así como el rechazo de alumnos y maestros, entre ellos alguien muy querido por los universitarios, don Raúl Rangel Frías, en su época de estudiante.

Es importante no pasar por alto el tema de la Invasión norteamericana en Monterrey y los aciagos momentos que vivió nuestra ciudad en septiembre de 1846, con ese motivo.

La Historia es el recuento de lo que una generación encuentra de valor en otra.