18/Apr/2024
Editoriales

Mayo 23 de 1844: anuncia Benjamín E. Green, encargado de negocios de Estados Unidos en México, a José María Bocanegra, ministro de Relaciones por designación del presidente interino Valentín Canalizo, que su país ha firmado el tratado para la anexión de T

Mayo 23 de 1844: anuncia Benjamí­n E. Green, encargado de negocios de Estados Unidos en México, a José Marí­a Bocanegra, ministro de Relaciones por designación del presidente interino Valentí­n Canalizo, que su paí­s ha firmado el tratado para la anexión de Texas. Como era de esperar, el ministro Bocanegra le responde a Green una semana después que México no renunciará a sus derechos sobre Texas, en aras de sostener la integridad de la nación.

Esta noticia no caí­a de sorpresa en nuestro paí­s, puesto que, desde el 30 de marzo anterior, se sabí­a en México que el presidente norteamericano John Tyler habí­a propuesto la anexión de Texas a la Unión Americana. Las dos naciones estaban en proceso de renovación de sus Ejecutivos: López de Santa Anna ya era presidente electo, mientras que en Estados Unidos, el aspirante James Polk –candidato demócrata a la presidencia-, aprovechaba los temas del expansionismo norteamericano para adecuarlos como "Reanexión de Texas" y "reocupación de Oregon", presuponiendo que originalmente esos territorios habí­an sido norteamericanos y apropiados ilegalmente por México, cuando la realidad era al revés.

Esta campaña de Polk le rinde frutos pues estados completos de la unión norteamericana se sumaron a su proyecto de quedarse con los territorios nórdicos mexicanos, algo que concretarí­a en 1848, con la invasión a nuestra nación. Santa Anna rinde protesta como presidente el 4 de junio siguiente nombrando ministro de guerra a Isidro Reyes en sustitución de José Marí­a Tornel, y nuestro paisano Canalizo es designado jefe de la plana mayor del ejército.

Así­ estaba organizado el ejército mexicano que dos años después enfrentarí­a al trabuco militar norteamericano en la mencionada invasión para cumplir promesas de campaña de Polk y el designio divino del "Destino Manifiesto" de Estados Unidos para expandirse de costa a costa.