Internacional

Siria y Líbano, el fútbol como espejo de la tragedia

BEIRUT - Millones de sirios y libaneses, obligados a permanecer en sus respectivos países masacrados por guerras y colapsos económicos, corren el riesgo de asistir a la desaparición del fútbol profesional, sus torneos y sus estadios.

Una pérdida menor respecto a las tragedias humanitarias del área, pero simbólicamente relevantes en una región mediterránea bastante sufriente.

En Siria, el prolongado conflicto ya llegado a su décimo año, y la consecuente crisis económica amplificada por las sanciones occidentales y por la pandemia de Covid-19, empujaron a los pocos futbolistas locales a huir como migrantes al exterior.

Mientras los clubes, no financiados por la oligarquía en el poder, están al borde de la quiebra y la desaparición.

En el vecino Líbano, las masivas protestas populares antigubernamentales del otoño (boreal) pasado, luego el default financiero y bancario, además del coronavirus, pusieron de rodillas a toda la estructura ligada al fútbol profesional.

Y cuando se pensaba volver a los campos de juego, en agosto, la devastadora explosión en el puerto de Beirut, en la que murieron 200 personas y 300 mil quedaron sin hogar, alejó cualquier tipo de esperanza de que la pelota volviera a botar.

En un campo de una escuela fútbol en el paseo marítimo de Beirut se lee un eslogan que parece de otros tiempos: "Aquí hallarás el camino del éxito". Jovencísimos futbolistas se entrenan cada semana pero pocos, entre entrenadores y padres, se hacen ilusiones: "No hay espacio para los sueños. Del Líbano no se puede escapar", aclara Manaf, uno de los padres parados al borde de la alfombra de hierba sintética.

En el Líbano y en Siria las respectivas monedas se devalúan tanto en relación al dólar estadounidense que empujan a la quiebra a centenares de miles de familias.

"Mis jugadores se convirtieron en una maldición", puntualiza Iyad Sibai, presidente de Watba, club de la ciudad semi destruida de Homs, la tercera ciudad más importante de Siria.

Sus lamentaciones, recogidas por el sitio iraquí de noticias Rudaw, se refieren al hecho de que los miembros oficiales del Watba piden ya sueldos "estratosféricos" en liras sirias. Y esto a causa de la devaluación de esa moneda.

"En el pasado -recuerda Sibai- un jugador era adquirido en 35 millones de liras (sirias)", equivalentes a 16.000 euros.

"Ahora piden 60 millones de sueldo (26.000 euros) por temporada". El presidente del Homs no sabe con qué fondos podrá afrontar la próxima temporada..

En el Líbano la lira local es cada vez más papel mojado, devaluada un 80%, en menos de un año. Y también por esto, quien puede, "escapa" al exterior.

Es el caso del futbolista Rabih Ataya, en préstamo a un club en Malasia. Otros jugadores se instalaron en el campeonato de Kuwait. "Y aunque allí no es gran cosa, al menos otorga la posibilidad de jugar", declaró a comienzos de setiembre, en el sitio saudita Arab News, Akram Chehayeb, dirigente de la federación libanesa de fútbol.

El exterior es un lujo que los jugadores sirios no tienen.

El nivel profesional es muy bajo en comparación con otros países y el torneo nacional no hospeda jugadores extranjeros que levanten el nivel desde 2012, año en el que el conflicto armado ingresó en una fase más violenta.

"Sí, deseamos ir al extranjero, lo hacemos en calidad de refugiados", afirma Khaled, jugador profesional de un club de Hama, en el centro de Siria.

Una vez, el fútbol como reflejo de la sociedad y la cultura en la que interactúa.