Editoriales

El costo de la abulia

La gran ciudad estaba subyugada al ejército invasor que llevaba allí algunos años, con las molestias y amarguras de la población secuestrada por el enemigo. Hasta que un día los grupos de los barrios que se habían preparado en las tinieblas, se decidieron a dar el gran asalto.

Organizadamente, las calles se llenaron al unísono de barricadas y comenzó el tiroteo, cual más cual menos traía un arma para agredir a los odiosos invasores. Un estudiante, ebrio de patriotismo, amenazó a un grupo de soldados enemigos con una pistola de juguete. Como era de esperarse, los soldados iniciaron una persecución, y el joven asustado corrió a buscar refugio. Golpeó desesperadamente la puerta de un edificio, pero el portero se negó a abrirle, y los soldados lo ametrallaron.

Su muerte sucedió media hora antes de que los invasores fueran derrotados y expulsados por la gran ciudad levantada en armas. Al rato una ambulancia levantó el cadáver, quedando sólo un charco de sangre en el lugar. Hasta entonces el portero abrió la puerta y molesto limpió la mancha roja hasta que desapareció toda huella del crimen. Pasó un año. El día del aniversario de la liberación, a la misma hora en que había sucedido el ametrallamiento, en la puerta del edificio resonó una serie de golpes. El portero abrió la puerta y no vio a nadie.

Pero los golpes continuaron sucediéndose y se repetía el mismo procedimiento. Entonces el portero se asustó y corrió a la comisaría a denunciar el fenómeno, y en su camino, todas las puertas se ponían a resonar. Él aterrado, se detuvo. Oyó extenderse el golpeteo de puños por todas las puertas de la ciudad, era un ruido aterrador. Pidió refugio en un edificio, pero ninguno quiso abrirle. Se le reventaron los tímpanos y toda su sangre se le vació por los oídos. Y ese plasma, como si fuera ácido, le carcomió el cuerpo en un lastimoso proceso de disolución.

Con un gesto de molestia, llegaron los empleados encargados de recoger la basura y limpiaron la mancha roja hasta que desapareció, quedando limpia la calle.  

 

Cuentos de guerra en Europa. Versión libre mía.