02/May/2024
Editoriales

Arte y Figura 29 09 22

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

Lorenzo Garza

Sin duda, la década de los años treinta viene a tomar un gran relieve no sólo en la historia del siglo veinte, sino también en la historia del mundo. Es entonces que se desatan las fuerzan que iba n a provocar la explosión de la revolución española primero y de inmediato la segunda guerra mundial.

Por contraste, México se considera que la revolución ha triunfado ya y el último alzamiento popular, la llamada rebelión cristera, es sofocado a pesar de algún exceso de fuerza, con leyes más tolerantes en materia de culto religioso. Suben al poder sucesivamente los generales Abelardo Rodríguez y Lázaro Cárdenas, mientras el país entra en un periodo de casi completo pacifismo y de franca prosperidad.

En materia taurina aparece Garza, un auténtico sismo, vendaval o tempestad, que de todo fue llamado. Siempre fue un torero más bien corto en su repertorio, pero que comprendió perfectamente al toreo como un espectáculo en el cual el dominio del toro sólo era un medio para loga el dominio de la otra fiera, la verdadera, la única, como es llamado por Blasco Ibáñez al final de Sangre y Arena.

Cuando un colaborador le permitía dar sus famosos pases naturales, los prodigaba de pie y con una rodilla en tierra, hasta el momento preciso en que el toro, el público y el mismo alcanzaban una comunión total. Luego, se trataba de matar pronto, en forma efectiva aunque no clásica, con medias delanteras que solían tener rápidos efectos. Cuando el toro no lo veía claro, se imponía al público no ya como torero, sino como persona.

Una multitud se congregaba para admirar a Garza, jamás para que Garza procurara complacerla. De este modo, sus fracasos provocaban pasiones aún más violentas que sus éxitos, pero el casi nunca dejaba de ser el polo principal de la atención popular, ya fuera para aclamarlo como a un héroe o para insultarlo como a un infame.

En el primer caso abrazaba a la multitud como s de una aman te muy querida se tratara, en el segundo la despreciaba con una sonrisa cínica, cuando no replicaba con palabras aún más gruesas a algún espectador de barrera que había osado a meterse con él.

Tomó dos alternativas, la segunda de ellas a mano de Juan Belmonte. Fue en España, durante los años 1932 a 34 que toreó como novillero, donde alcanzo un alto grado de profesionalismo A partir del 3 de febrero de 1935, en que por cogida de Balderas tuvo que matar la corrida entera de San Mateo, se hizo primera figura del toreo. Se retiró y volvió más de una vez, contratado siempre en las mejores condiciones, porque sabía hacer valer las orejas cortadas tanto como sus broncas.

El Ave de las Tempestades- Sismo y Estatua. Lorenzo, el Magnifico. 

 

Continuará… Olé y hasta la próxima.