19/Apr/2024
Editoriales

Vasconcelos y la Presidencia

En un mes como el actual, el 5 de julio de 1929, después de tres dí­as de debates, el intelectual, maestro, filósofo, novelista y polí­tico José Vasconcelos Calderón, fue elegido como candidato del Partido Nacional Anti reeleccionista —que celebró su IV Convención en el actual Frontón México, cercano al «monumento a la Revolución»— para las siguientes elecciones que se celebrarí­an en el paí­s, en 1929, y en las que competirí­a contra el candidato del gobierno de Plutarco Elí­as Calles, Pascual Ortiz Rubio.

Pascual Ortiz Rubio (1877-1963). Habí­a nacido el 10 de marzo de 1877, en Morelia, Michoacán. En 1917 es nombrado gobernador de su estado natal Michoacán, cargo que ocupa hasta 1920 cuando se une al Plan de Agua Prieta encabezado por Calles. Es secretario de Comunicaciones y Obras Públicas en los gobiernos de De la Huerta y Obregón. Renuncia por fricciones con el secretario de Relaciones Exteriores Alberto J. Pani. El 4 de marzo de 1929 durante la convención organizadora del Partido Nacional Revolucionario, Calles lo impone como el primer candidato presidencial del nuevo PNR. Su designación se califica como "madruguete" porque se daba por hecho de que Aarón Sáenz, obregonista, serí­a el elegido.

En sus Memorias escribe el propio Ortiz Rubio: "(Calles) me pidió que aceptara ser Precandidato a la Presidencia por el Partido por él organizado, compitiendo con Sáenz para el que me dio a entender que la mayorí­a tal vez no lo aceptaba y habí­a el peligro de disolución de la familia revolucionaria; que yo estaba en condiciones excepcionales para encabezar el partido por mi ausencia del paí­s de muchos años y mi ningún compromiso polí­tico con las facciones reinantes... Me entregaba, en caso de mi triunfo, un grupo completamente adicto a él, más bien dicho servil a Calles, y era de presumirse lo difí­cil de manejarlo. Pero no habí­a más remedio: acepté ser candidato de su partido y tení­a que cumplir mi compromiso."

Nada tení­a que hacer Ortiz Rubio frente a la figura de José Vasconcelos. Sin embargo, la decisión no fue del pueblo. La designación la hizo Calles. Su obra como Presidente fue mediocre y finalmente tuvo que renunciar. México se perdió la posibilidad de un gran hombre en la Presidencia.

En la convención del partido, seguidor de la filosofí­a de Francisco I. Madero sobre el sufragio efectivo y la no reelección, alguien dijo en la tribuna que si Vasconcelos salí­a candidato y luego presidente, «va a enseñar a leer hasta a los diputados». La fama de Vasconcelos como intelectual y polí­tico hizo que personas como Miguel Palacios Macedo dijera que (Vasconcelos) era «el más grande polí­tico de México«.

Hombre apasionado, José Vasconcelos nació el 27 de febrero de 1882, en la ciudad de Oaxaca. Murió en la ciudad de México, en 1959, el mismo año en que falleció Alfonso Reyes. Tuvo residencia con sus padres en varios lugares de la República, hasta que llegó a la ciudad de México, en donde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y conoció a los demás miembros del Ateneo de la Juventud, entre ellos Alfonso Reyes, Henrí­quez Ureña, Caso, Julio Torri y Martí­n Luis Guzmán.

Aunque nace en Oaxaca, Vasconcelos pasa su infancia en la frontera norte del paí­s: Piedras Negras, Coahuila. Su padre era burócrata aduanal. En ese lugar vive y experimenta de cerca el cruce de dos culturas. Su familia pertenecí­a a la clase media. Se acostumbró a viajar, a la aventura, al desprendimiento y al encuentro de nuevos amigos y de nuevas culturas.

Se separa de su familia para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria. Su primer trabajo fue la tesis profesional titulada "Concepto dinámico del Derecho". Ejerce la profesión como fiscal federal en Durango. Brinda su adhesión a Madero, desde las páginas de "El Antirreeleccionista", participa en la campaña presidencial de Madero. Sale del paí­s y desde Nueva York sigue en contacto con Madero, a quien apoya desde el Ateneo de la Juventud, al que le cambió el nombre, al dirigirlo, por el de Ateneo de México y da forma a la Universidad Popular. Para Vasconcelos, Madero era el nuevo Quetzalcóatl.

Se incorpora al Ateneo de la Juventud y luego se convierte en revolucionario. Llegó a ser Rector de la Universidad y Secretario de Educación Pública, en donde llevó a cabo una magní­fica labor cultural en beneficio de las clases populares. Es la época de su vida que se recuerda con mayor cariño y admiración. Es el momento en que se hacen ediciones de los clásicos, se crean bibliotecas y se promueve la pintura mural. Vienen después las desilusiones polí­ticas, los destierros y cuando regresa a México se le ve ya como si fuera "otro Vasconcelos". En varias ocasiones tuvo que salir del paí­s. Estos viajes le permitieron tener una visión más amplia del mundo. Veamos lo que opinaba en su libro "Temas contemporáneos" acerca de los viajes:

"Viajar es ir repartiendo pedazos del corazón. Este crece después y se renueva, pero de pronto tenemos la sensación del agotamiento sentimental. Es muy difí­cil conocer un pueblo y no amarlo. La gente también, si nos asomamos a su intimidad, se nos hace entrañable. No niego que hay malos bichos que responden a la simpatí­a con desconfianza o con rencor. Por lo general son gente que jamás ha sufrido por devoción desinteresada a una causa noble. Padecen sus pequeñas miserias, como todo el mundo, pero no perdonan el mal irremediable; tampoco se indignan contra el mal que puede ser corregido. En cambio, los que han sufrido por la justicia y viven de honesta faena fí­sica o espiritual, fácilmente comparten con el visitante, con el prójimo, aquella dicha del corazón que siempre viene del honor satisfecho".

Tiene grandes decepciones: sus derrotas como candidato a Gobernador de Oaxaca y como candidato a la Presidencia de la República. Se sumerge entonces en las profundidades de su ser. Se puede estar o no de acuerdo con Vasconcelos, pero nadie puede negarle valor a su obra y a su mensaje. Las obras de Vasconcelos pueden clasificarse en filosóficas, sociológicas, históricas y autobiográficas. Con su genial impaciencia, Vasconcelos cautivó a Jaime Torres Bodet, Adolfo López Mateos, Raúl Rangel Frí­as, íngel Carvajal, Salvador Azuela, Manuel Gómez Morí­n y otros destacados intelectuales.

Vasconcelos habí­a sido abogado, maderista, carrancista, ministro del gobierno de la Convención de Aguascalientes, rector de la Universidad Nacional y un exitoso secretario de Educación Pública antes de ser candidato a la presidencia de la República.

Apoyado en su lucha por la presidencia de la República por el Partido Anti reeleccionista y por algunos de los más lúcidos intelectuales y artistas de la época, como Antonieta Rivas Mercado, Gabriela Mistral, Manuel Gómez Morí­n, Alberto Vásquez del Mercado y Miguel Palacios Macedo, Vasconcelos desarrolló una ambiciosa campaña electoral que despertó las ilusiones de gran cantidad de mexicanos que estaban hartos de las imposiciones desde el poder.

Pero, como sucedió en 1909 cuando la reelección de Porfirio Dí­az, la imposición del poder y la violencia del Estado puesta en marcha en contra de Vasconcelos, hizo que el fraude fuera monumental: 93 por ciento de los votos «fueron» para Pascual Ortiz Rubio (candidato de Plutarco Elí­as Calles). A Vasconcelos no le quedó de otra más que salir de México, camino al exilio.

Hacia el final de su existencia, hubo quienes consideraron a José Vasconcelos un ser humano frustrado. Si somos justos, en el balance de su vida se puede asegurar que no fue, de ninguna manera, un fracasado. Es cierto que tuvo algunas derrotas, pero ya quisieran muchos una mí­nima parte de sus éxitos. Cuando se le llamaba malogrado, el propio Vasconcelos respondí­a que su obra, particularmente la realizada en la Secretarí­a de Educación, nadie la habí­a realizado. Pudiera pensarse que al decir esto pecaba de inmodesto. Sin embargo no se trata más que de la verdad, de la pura verdad.

Se ha escrito de Vasconcelos que encarna el ideal totalizado, armonioso y preciso; él enseña la filosofí­a tonificante y exaltante de nuestros pueblos; él representa una parte de la conciencia del mundo. Murió en la Ciudad de México el 30 de junio de 1959. Mereció, por sus cualidades de pedagogo, el honroso tí­tulo de Maestro de la Juventud de América.

ESCUELA DE VERANO UANL

Por otra parte, este dí­a (miércoles) se inician las actividades de la Escuela de Verano de la UANL, con la participación del poeta Jaime Labastida. El acto será a las 19 horas, el ala sur del edificio del Colegio Civil Centro Cultural. Destacadas figuras estarán en esta Escuela. El martes 22, a las 19 horas, se presentarán el hombre de la radio y escritor Ramiro Garza y los actores Ana Silvia Garza y Jaime Garza. En fin, son una serie de actividades todas ellas interesantes.