20/Apr/2024
Editoriales

La Clave Morse

Samuel Morse era profesor de Arte y Diseño en la Universidad de Nueva York, y en sus ratos libres investigaba los avances que se habían tenido para que el telégrafo diera el mejor servicio posible. Utilizó impulsos de corriente para desviar un electroimán que movía un marcador para producir códigos escritos en una tira de papel –el código morse-, y al siguiente año el dispositivo fue modificado para incorporar los puntos y los guiones.

Morse tenía estudiados los demás intentos, comenzando por el de Claude Chappe de 1794, que usaba una bandera basada en el alfabeto, que luego fue sustituido por el telégrafo eléctrico. Luego en 1809 Samuel Soemmerring utilizó 35 cables con electrodos de oro en agua, pero la comunicación terminaba a unos 600 metros de distancia. En 1828, Harrison Dyar inventó el primer telégrafo en Estados Unidos, con chispas eléctricas que a través de una cinta de papel grababa puntos y guiones. Hasta que en 1825 William Sturgeon creó un electroimán mediante el levantamiento de 4 kilogramos con un trozo de hierro de solo 200 gramos, envuelto en cables por los que circulaba la corriente de una batería.

Fue un gran avance, pero en 1830, el norteamericano Joseph Henry mostró el potencial del electroimán de Sturgeon para la comunicación de larga distancia. Un kilómetro y medio de cable que activaba un electroimán que hacía sonar una campana. Pero Samuel Morse mejoró estos inventos, basándose en el trabajo de Henry. Hizo una demostración del telégrafo en 1838, y fue hasta que el Congreso le financió con 30 mil dólares que pudo tender una línea de telégrafo de Washington a Baltimore (en 64 kilómetros). Después Morse obtuvo apoyo privado para llevar su línea de Filadelfia a Nueva York, hasta que, en 1861, la Wester Union construyó su primera línea telegráfica transcontinental en paralelo a las vías del ferrocarril. El código morse se imprimía en una cinta, hasta que se desarrolló la operación en clave oído: un operador podía transmitir de 40 a 50 palabras por minuto, y la transmisión automática legó en 1914 manejando más del doble de esa cantidad. El telégrafo estaba ya en la cúspide de las comunicaciones.