04/May/2024
Editoriales

El zorro se hace amigo del Principito

En El Principito, su autor, Antoine de Saint-Exupéry, cuenta que un avión se descompuso en el desierto de Sahara. El piloto aterrizó de emergencia y cuando reparaba el motor, se apareció El Principito. 

 Poco a poco el piloto se fue enterando que venía de otro planeta, uno chiquito, tanto que sólo vivían en él, este jovencito y una rosa. 

 El Principito la amaba pero la rosa era muy soberbia. 

Tanto que él se fue de viaje por otros planetas y en cada uno que visitaba aprendía algo. 

En La Tierra, encontró a un zorro y quiso jugar con él.

 

 _No puedo jugar contigo –dijo el zorro- no estoy domesticado.

_Es una cosa demasiado olvidada –dijo el zorro-. Significa crear lazos.

_¿Crear lazos?

_Sí –dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. 

 No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. 

 Pero si me domesticas tendremos necesidad el uno del otro. 

Serás para mí único en el mudo. Seré para ti único en el mundo…

 

 Esta novela es inmensamente grande pues cada frase trae una gran lección. En esta parte, mi lectura es que debemos crear amigos, porque ello crea lazos, dependencias entre nosotros. La convivencia acerca uno al otro y así hasta que se vuelve necesaria la presencia común. Si no, el otro es uno entre cien mil. Domesticarse en el lenguaje del zorro, es hacerse el uno con el otro, recíprocamente, amigos. Después de leer esa novela, me expliqué esa necesidad que siempre he sentido de tener amigos.