06/May/2024
Editoriales

¿Churchill era un simple copión?

Winston Churchill es uno de mis personajes favoritos por reunir: valor, talento militar y literario, humor, sarcasmo, y retórica… su participación en la Segunda Guerra Mundial fue determinante para derrotar a los nazis; jamás renunció a su espíritu combativo ni dejó que sus compatriotas cayeran en el derrotismo en tiempos del despiadado bombardeo a Londres.

Ciertamente en el mundo de la cultura hay influencias de unos autores a otros, pues todos aprenden de todos. Cada vez se dificulta más identificar las diferencias de autorías en las obras modernas -artísticas o literarias-, pues en su búsqueda de estilos propios hay traslapes importantes.

Leyendo la obra de Churchill llega un momento en que uno se confunde. No se sabe si sus textos y frases célebres son producto de decisiones políticas o militares, o al revés, si sus actuaciones las apegaba a sus pensamientos y convicciones.

Al analizar sus frases famosas, da la impresión de que algunas de ellas son plagiadas, aunque nadie discutiría en ese caso su loable capacidad de adecuación y oportunidad para aplicarlas de acuerdo a las necesidades literarias u oratorias.

Por ejemplo, su conocida frase: “sangre, sudor y lágrimas” aparece en el libro de Henry James “Las bostonianas” de 1912 cuando dice que “no tengo nada que ofrecerte más que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”.

Lo mismo sucede con su famoso término “Telón de acero” refiriéndose a Rusia que, al terminar la guerra jamás aceptaría a los países europeos orientales decidiendo su futuro en libertad.

Esa frase había sido pronunciada por el embajador británico en Berlín, cuando había peligro de enfrentamiento entre Alemania y Francia, al proponer que se construyera una especie de cortina de hierro entrambos países.

Y también algo parecido dijo en 1914 la reina Isabel de Bélgica, tras la invasión de tropas alemanas: “entre nosotros ha descendido un telón de hierro para siempre”.

Como decíamos, no es fácil distinguir las autorías en todos los rubros culturales, y Churchill jamás aceptó haber plagiado frases, arguyendo que nunca leyó la obra de James y que no conocía las declaraciones ni del embajador ni la de la reina belga.

Lo cierto es que Winston declaró a la prensa que si Hitler hubiese invadido el infierno, él (Churchill) habría hecho al menos una alusión favorable al demonio en la cámara de los comunes.

Lo dicho, este irreducible soldado inglés era sensacional…