19/Apr/2024
Editoriales

Las décadas y la tetraktys

Para Pitágoras y los pitagóricos, la tetraktys era un símbolo sagrado. Representaba la totalidad del universo. Y los  números, no eran para ellos lo que nos han enseñado, ¡eran ideas trascendentales!

¿Cómo llegó Pitágoras a esas conclusiones? ¿Quién puede decirlo? ¿Tú?, ¿yo?, ¿él?... Después de tantos siglos, y después de tantas décadas, se sabe que la tetraktys representa al número diez y es el resultado de sumar 1+2+3+4.

También, “El número diez, tiene el sentido de la totalidad, de final, de retorno a la unidad finalizando el ciclo de los nueve primeros números”.

Ahora que lo pienso, llego a la conclusión de que muchas cosas en mi vida me llevan a sentir el 10 en el alma… como por ejemplo, esos inolvidables recuerdos de una hermosa década recordada por muchos al día de hoy, por supuesto me refiero a la década de los ochenta. Este decenio, estuvo repleto de éxitos musicales que se quedaron anclados muy dentro de mí: “Woman”, John Lennon 1981,“Young Turks” Rod Stewart 1981, “Thriller” Michael Jackson 1983, “Karma Chameleon” Culture Club 1983, Total Eclipse of the Heart” Bonnie Tyler 1983, “Dancing in the dark” Bruce Springsteen 1984,  “Livin' On A Prayer”, Bon Jovi 1986, “It Must Have Been Love “ Roxette 1987, “Ice Ice Baby” Vanilla Ice 1989,  y “Sacrifice”, Elton John 1989.

 

Sin embargo, aunque parte de tu alma siempre experimente añoranzas, el tiempo te dice: sabes que no puedes retenerme por siempre…  Y avanza, hacia el mañana, en busca de nuevos horizontes, quizá más frescos que los de ahora.  

Todo empieza en un segundo, después éste se convierte en minuto y la vida del hombre transcurre. Pasan los días… que se convertirán en años, luego en décadas -para de ahí-, pasar a contabilizar los siglos que con el tiempo serán eras y la tierra seguirá en constante movimiento sin poder recordar ya, cuál fue el origen de todas las cosas.

¿Y cuál es el origen de todas las cosas? Todo comenzó al sur de Italia, en el año 600 A.C. cuando un hombre nacido en Samos dijo: “El origen de todas las cosas es el número porque todas las cosas que conocemos poseen un número, pues ninguna cosa podría ser percibida ni conocida si éste”.

El uno es un punto, es la unidad básica; el dos es la línea, la unión de dos puntos. El tres es el plano, la superficie, y es por tanto, la unión de tres puntos. El cuatro es el sólido, el volumen, el espacio… sin embargo, ¡el diez es el número más perfecto!

Y así como un número genera una realidad, cada década genera otra. Sin embargo, el uno es el alma del mundo, es la inteligencia, la razón que permanece inmóvil e invariable; es Dios, de quien vienen todas las cosas. El dos es la opinión que oscila de un punto a otro y es el primer número impar ilimitado femenino. El tres es la armonía y es perfecto porque tiene principio, mitad y fin. El cuatro es la justicia ¡inmutable!, pero a la vez equitativa y simboliza el primer cuadrado perfecto. El cinco es el matrimonio, es la unión del femenino (2) y el masculino (3). El seis es la creación. El siete es la diosa Atenea, el único número de la década que no tiene ni factores ni producto… Y el diez, ese poderoso número ¡es la norma del universo! “Es la potencia ordenadora de los hombres y los dioses”.

El ocho representa estabilidad y solidaridad, es el equilibrio. El nueve es el límite de todos los números… y una década no es otra cosa que la representación del número más perfecto de todos, el diez.

Los  números, no solo son el principio de todo sino que también guardan una estrecha relación con el destino del hombre. Un camino que sólo podremos descifrar con exactitud, a través del trazo numérico.

El recuerdo de ciertas décadas –para los que ya contabilizamos algunas-, siempre  nos remitirá a momentos en los que recordaremos lo que fuimos más nunca lo que podremos llegar a ser en este místico camino de laberintos ocultos. Y ese momento al que llamamos mañana, forma parte de una nueva década que aguarda en silencio y que está marcada desde ahora por un número en particular.

Por lo tanto, el universo es número y música y el cosmos es una orquesta sinfónica. Lamentablemente, su música no la podemos oír, ya sea porque siempre hemos estado acostumbrados a ella y no la podemos distinguir, o porque el sonido es tan potente que escapa a nuestras capacidades auditivas…Y sólo quien sabe guardar silencio como Pitágoras es capaz de escucharla.