Mayo 24 de 1919: muere Amado Nervo, poeta grande de México. José Amado Ruiz de Nervo, nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870, estudiando sus primeras letras en el Colegio de Jacona, pasó después al Seminario de Zamora, Michoacán para continuar sus estudios. Problemas de índole económico le llevaron a trabajar de periodista en Mazatlán, y después -1894- en la Ciudad de México, siendo este su primer acercamiento formal con las letras. En 1895 sorprendió a la clase intelectual con unas sentidas palabras que pronunció en los funerales de Manuel Gutiérrez Nájera. Cuando cumplió 30 años de edad fue corresponsal del periódico El Imparcial para la Exposición Universal de París. Ahí se relacionó con el poeta nicaragüense Rubén Darío y con el grupo de literatos y artistas parnasianos, completando así su formación literaria. Es en “La ciudad de las luces” donde conoció a Ana Cecilia Luisa Dailliez, con quien compartió su vida más de diez años, de 1901 a 1912, cuyo prematuro fallecimiento fue su acicate para escribir versos de La Amada Inmóvil, obra que vio luz sino hasta después de la muerte del poeta. Su Ofertorio es, sin duda, una de las joyas más importantes de toda su producción poética.
En 1906, luego de haber regresado a México, ingresó al servicio diplomático -clásico trabajo de nuestras mentes más lúcidas-, en Argentina y Uruguay. En 1914 apareció en Madrid su poemario Serenidad, y en 1918 fue ministro plenipotenciario de México en Argentina y Uruguay, para morir un año después, en Montevideo, lugar donde conoció a Zorrilla San Martín, notable orador y ensayista con quien cultivó una profunda amistad. Amado Nervo fue además de poeta, un estupendo prosista, aunque sin duda su mejor obra está escrita en verso. Su Perlas Negras y Místicas (1898) advierte una presencia de Rubén Darío y Leopoldo Lugones. Poemas (1911), El éxodo y las flores del camino (1902), así como Hermana agua y Lira heroica, de ese mismo año. Y en 1905 su obra Los Jardines Interiores develan un exquisito refinamiento y el protagonismo de la estrofa dentro de la escritura.
En 1909 publicó En Voz Baja, inicio de su búsqueda de paz espiritual que finalmente llega tras la muerte de su amada. Su novela El Bachiller (1896) del corte autobiográfico, define muy bien su realidad emocional. Escribió numerosos cuentos breves, ensayos y crónicas, entre ellos destaca Juana de Asbaje (1910) que es un estudio de Sor Juana. Nuestro paisano Alfonso Reyes compiló sus Obras Completas que aparecieron en Madrid, de 1920 a 1928 en 29 volúmenes. Sus poemas más difundidos son: Gratia Plena, Cobardía, Si tu me dices: ¡ven!; y el inolvidable En Paz. Pero hay otros enormes, como Plenitud; El Arquero divino y El Estanque de los lotos, que no tienen desperdicio. Hoy recordamos a uno de los más grandes poetas mexicanos.