Editoriales

El Estado de Italia

 

Durante el siglo XIX no sólo en México se convulsionaba la sociedad, en Europa hubo también grandes transformaciones. Tal vez lo más relevante haya sido la consolidación de dos estados nuevos: Alemania e Italia. Veamos el segundo caso.

El reino de Piamonte, una monarquía constitucional en el noroeste de Italia, era el mejor desarrollado económicamente de toda Italia. El primer ministro piamontés, Camillo di Cavour (1810 – 1861), desde que accedió al poder en 1852, traía en mente unificar a toda la península “De la bota” pues su liderazgo reunía: experiencia, diplomacia y fuerza militar. Por su parte, el gran líder Giuseppe Garibaldi hizo lo propio, al sacar por la fuerza con sus mil “camisas rojas” a los españoles que tenían dominados los reinos de Sicilia y de Nápoles. Así que, adelantándose a los acontecimientos, Cavour envió tropas a los Estados Pontificios para que Garibaldi no se echara encima de ellos. Esta estrategia fue determinante para que, en 1861, se lograra establecer el reino de Italia unificada, pues Garibaldi reconoció a Víctor Manuel II de Piamonte, como el rey del nuevo país unificado llamado Italia a secas. Esto fortaleció mucho a Víctor Manuel II de Piamonte, y levantó cosechas de inmediato; Austria entregó Venecia y Roma se incorporó en 1870. Desde luego que la rendición de Austria ante Italia no fue casual, pues en 1866 Italia había reforzado a Prusia en su guerra austriaca – prusiana, derrotando a Austria. Finalmente, Italia unificada es, a partir de ese momento, una nación poderosa que hereda las glorias de la Roma Antigua y dentro de su territorio se encuentra el poderoso moralmente Estado del Vaticano.