26/Apr/2024
Editoriales

El extraño hombre que contesta mi teléfono

¿Quién es ese extraño sujeto que está contestando mi  teléfono?... Me lo pregunté varias veces. ¿Acaso es un ente misterioso proveniente del más allá? ¿Será tal vez una inesperada conexión a otra dimensión? o tan sólo se trata de un intruso en mi línea. Durante varias semanas no me quedaba duda de que en esta historia el misterio no estaba en el sótano, tampoco estaba en medio de una espesa oscuridad y mucho menos estaba resuelto.

Todo comenzó de una manera un tanto extraña. ¿Fue una tarde o una  mañana?, ya no lo recuerdo bien, lo único que recuerdo es que empecé a recibir insistentes mensajes de mi tía quien me reclamaba no contestarle el teléfono.

- ¿Por qué no me contestas? Escribió ella en un mensaje de WhatsApp.

- Es que no me has llamado. Le respondí.

- Si, te llamo y te llamo y sólo se escucha una extraña música.

- Nooo, yo no tengo ninguna llamada tuya registrada en mi celular.

- Te digo que sí, te llamo y siempre se escucha esa horrenda música.

Pasaron unos días y el mismo reclamo llegó nuevamente por mensaje a mi celular. Entonces, ya un tanto intrigada le escribí:

-       Deja te llamo.

-       ¡No! porque mi celular se calienta.

Mi tía es una mujer un poco mayor y aunque para ella usar el celular no es tan difícil como parece e intenta actualizarse siempre, aun sus ideas no se modernizan; por eso hay que tenerle paciencia.

Lo cierto es que su respuesta no fue la mejor y de no ser porque la conozco bien eso me hubiera parecido un tonto pretexto para no hablar conmigo. En ese momento no le presté atención y como al parecer no había nada urgente de que hablar, así continuaron las cosas.

Sin embargo, de la misma manera, ella siguió insistiendo en que no podía hablar conmigo.

-       Tal vez estas marcando mal. Le escribí.

-       No, yo estoy marcando bien, tu número es 1… 3… 7…

-       Si, ese es.

-       Ves, estoy marcando bien.

-       Te digo que no entra ninguna llamada tuya.

Nada de lo que yo le escribí -en repetidas ocasiones-, lograba aquietar su alma y, nuevamente, al cabo de un par de días, volvieron a sorprenderme sus mensajes:

-       Algo extraño está pasando con tu celular. Hay alguien en la línea, ¡sabes que ahora me contesta un hombre! La primera vez  pensé que era tu hijo y le dije: pásame a tu mamá y él me dijo: no está… pero su voz me sonó desconocida. Silencio no se escucha, créeme, se oye la música y luego siempre me contesta el mismo hombre. Claro, ahora le pregunto por ti y me dice que está equivocado. Siempre me dice lo mismo.

Entonces le pregunté a mi hijo que si mi tía le había llamado a él y dijo que no.

La situación no quedó ahí, todo empeoró cuando recibí un mensaje del padre de mis hijos reclamándome el hecho de que un hombre contestaba mi teléfono. ¿Quién se lo dijo? Obviamente ella que le llamó para contarle todo.

Después de eso, ya nada podía estar mejor, ¡todo resultaba peor!, porque ahora no sólo ella me reclamaba esta incomoda y absurda situación...

Por supuesto, me llamé varias veces para ver si en mi línea me contestaba ese misterioso caballero y eso nunca sucedió, tampoco escuche la música que ella tanto mencionaba, sólo escuchaba mi teléfono sonar, y para colmo, ahora recibía -a todas horas- llamadas del papá de mis hijos, porque él también quería escuchar a ese hombre para ver si yo mentía.

Entre su incomodo espionaje y las llamadas de la otra compañía de telefonía celular que constantemente me llama para ver si regreso con ellos, mis días estaban resultando un verdadero martirio, ¡mi teléfono sonaba a todas horas! y yo seguía sin saber quién estaba contestándole a ella porque solo mi querida tía decía tener ese problema.

Recuerdo que andaba en la calle cuando llegó otro incómodo mensaje de mi  tía que decía:

-       Algo raro pasa con tu teléfono, ¿será que esta intervenido? Porque ese  hombre me sigue contestando.

Aquello me dejo sin aliento… ¡que hice para merecer esto! Ahora hasta espías ajenos a la familia tenía que soportar. En el caso de que todo eso fuera cierto.

La situación me recordó un conocido escándalo del año pasado que involucra espionaje a través de teléfonos celulares. Sin duda algo así no podía ser, lo tenía claro puesto que mi vida no es tan interesante como para ser candidata a eso. Por fortuna, un hecho de tal magnitud está totalmente descartado para mí.

Entonces, ¿Quién me espía? ¿Quién contesta el teléfono por mí? ¿Qué es lo que está pasando?

-       Estas marcando mal. Le insistí.

-       ¡No, no y no!, ¡yo estoy marcando bien!

Ya al borde de la desesperación y tras una exhaustiva investigación para descifrar el misterio, le llamé a su casa con la intención de aclararlo todo; y de paso, evitar un calentamiento en su celular.  Fue en ese momento que por fin empezamos a hablar directamente, sin intrusos o interferencias. Ella estaba muy angustiada, así que, con voz suave, le pedí que me dijera número por número ¿cómo me estaba marcando?

¡Señores!... ¡No hay fantasmas!, ni espías, ni voces extrañas que aparezcan de la nada. ¡La pesadilla ha terminado! Todo se debió a un simple error de marcación en la clave lada.

Quise contarles esta historia para hacer conciencia sobre las marcaciones a celulares, que por supuesto son distintas desde una línea local a un celular en otro Estado de la República. No es lo mismo cuando la llamada es de celular a celular. Este tipo de errores –como podemos ver- pueden desencadenar en tragedias mayores si no se presta la debida atención.  

 

Y aunque no lo crean, o les resulte difícil de creer, este relato está basado en hechos reales.