02/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Abril 25 de 1528: Recibe la antigua ciudad de Tenochtitlan el nombre de Ciudad de México, de acuerdo a una Cédula Real del rey Carlos V de España. Tras la sanguinaria victoria del ejército español, los mandos locales intentaron edificar una ciudad capital para de allí gobernar el imperio conquistado, y decidieron que estuviera en Coyoacán, toda vez que Tenochtitlan estaba provista de acequias que impedían un tránsito expedito.

Según cuenta fray Agustín de Vetancurt, finalmente se determinó que en el mismo sitio de la ciudad destruida debía edificarse la nueva, así que se empezó un trazo con cordeles en tal orden que todas las calles quedaron parejas, de catorce varas  de ancho y sólo para el acceso de las provisiones dejaron acequias conectadas entre sí, que atravesaban la Ciudad de oriente a poniente.

Los arrabales quedaron para viviendas de los indios, en un trazo diverso, con callejones angostos y huertecillos de camellones con acequias para la siembra de flores y plantación de árboles. Hubo discusiones, pues construir en Coyoacán era bastante más sencillo, toda vez que su suelo era de tierra firme y seca, sin peligro de inundaciones y temblores, pero la Cédula Real decía claramente que la Ciudad de México estaría en el mismo sitio que Tenochtitlan, por lo ahí se edificó. Los argumentos para construir en medio de esa laguna donde se desplantaba el corazón del imperio tenochca, fueron: que había necesidad de que la antigua ciudad de los mexicas estuviera ocupada por españoles. Y que apoyado en lo escrito por Bernal Díaz del Castillo – y otros soldados narradores- quien envió reportes a España describiendo a Tenochtitlan como una ciudad de fastos, llena de ornamentos, mercados, plazas y palacios, su Majestad el rey Carlos V tomó esa decisión que era la ley. Con el paso de los siglos, esa urbe regresó a llamarse de nuevo: Ciudad de México, en lugar del horrible nombre de Distrito Federal.