02/May/2024
Editoriales

Los riesgos de la química

Mi padre fue químico farmacéutico egresado de la hoy Universidad Autónoma de Nuevo León. De niño me gustaba estar cerca de él cuando preparaba medicamentos en su farmacia. Vi muchas veces que, para identificar algún elemento químico, mi padre lo probaba colocándose una minúscula porción en la lengua. Luego supe que esa costumbre era más o menos común entre sus homólogos, y hace poco tiempo leí un caso impresionante. 

La historia del químico sueco nacido en Pomerania -hoy Alemania- Karl Scheele, que fue considerado un genio, tenía la misma costumbre que mi padre. Este señor Karl descubrió muchos elementos, como por ejemplo, el oxígeno, el bario y el cloro, y también descubrió un proceso similar a la pasteurización. El químico Scheele también acostumbraba probar sus descubrimientos científicos degustándolos así como hacía mi padre.

Pero él andaba en otros niveles científicos, y durante muchos años consiguió sobrevivir a algunas combinaciones químicas mortíferas, hasta que un desafortunado experimento con el mercurio la causó la muerte a causa de intoxicación.

Esto demuestra que en aquellos tiempos quienes trabajaban con productos químicos, a falta de instrumentos que leyeran los contenidos de las combinaciones -que ahora existen-, utilizaban el mejor equipo de laboratorio jamás inventado: su propio organismo, pagando las consecuencias todos, en mayor o menor grado, dependiendo de sus experimentos. Van mis respetos a esas generaciones de químicos que, como mi padre y Karl Scheele, se jugaban la vida en cada ensayo de laboratorio.