27/Apr/2024
Editoriales

El transporte colectivo

En las grandes ciudades como la nuestra, para movilizarse es necesario transportarse en un vehículo y si es para varias personas, es decir colectivo, es mejor. 

  En la ciudad de París tuvo origen, como muchas otras cosas importantes, el transporte público de pasajeros que se utiliza desde 1662. Luego en 1775 apareció en la Ciudad Luz el Tranvía, que se consideró como la mejor solución de transporte colectivo.

 Sin embargo, en 1825 el coronel francés Stanislas Baudry inventó el Ómnibus urbano, que por su versatilidad se impuso inmediato al Tranvía. Baudry era propietario de un negocio de baños termales en la ciudad de Nantes, y se le ocurrió ofrecer la transportación a sus clientes en este novedoso modo de transporte, que llevaba a varios pasajeros desde el centro de la ciudad hasta su negocio de baños. 

 Cabían 15 personas y todo fue que un vecino lo usara sólo para trasladarse a otro lugar cercano a los baños, cuando de regreso no cabían los aspirantes a pasajeros que querían ir al centro de la ciudad. Baudry amplió el servicio cuyo vehículo era inspirado en la diligencia tirada por caballos, poniendo una central frente a unos grandes almacenes con el siguiente rótulo: “Omnes ómnibus” es decir “hay de todo para todos” en latín. Al coronel le agradó el nombre de ómnibus, voz latina que quiere decir “para todos” y así bautizó su servicio. De ahí salió la idea a Inglaterra donde se inauguró la primera línea de ómnibus en 1829 y dos años después a iniciativa del inglés Walter Hancock nació el autobús, con motor de vapor, esa es la razón del antefijo “auto”. Este autobús cubría la ruta de la City londinense y la ciudad de Stanford. Aunque al principio, como los ingleses compiten en todo con los franceses, no quisieron llamarlo igual, y el primer nombre fue el de “Infant” cuyos vehículos tenían motor alemán marca Benz y en 1895 ya había seis unidades, aunque debido a la reducida potencia del motor, el número de pasajeros era muy restringido, sólo seis, más el operador y los dos cobradores que iban afuera del autobús, al estilo de las diligencias. Con todos esos inconvenientes, así fue como empezó el reinado del transporte público de pasajeros en ‘camión’ que rebasó rápidamente al tranvía, dado que este requería de mucha inversión en infraestructura y el autobús de prácticamente ninguna. 

 Sin embargo llegó el Metropolitano (Metro) en 1863 y le arrebató momentáneamente el liderazgo al autobús, pero éste se superó dando servicio en la superficie de las calles, no en líneas subterráneas, siendo el preferido por las damas y los claustrofóbicos y siempre con rutas mucho más completas, así que terminó imponiéndose a su competencia. Hoy día, el autobús Transport for London (TfL) es símbolo de la capital del Reino Unido, con autobuses rojos de doble piso que cobran lo mismo todos, aunque las rutas sean diferentes. 

  En nuestra Ciudad coexisten el Metro y los autobuses urbanos, pero la cantidad de gente que usa el autobús es muy superior a la que usa el Metro, pues de nuevo, la inversión en su infraestructura es enorme, y las rutas de autobuses son mucho más versátiles que las del Metro. Sin embargo, es en el Metro en donde está la mejor opción y, afortunadamente, el gobierno del estado en sus diversas administraciones ha construido varias líneas, ahora mismo hay tres en construcción. 

 La combinación de ambos modos de transporte (autobús y Metro) es lo ideal, pues trasladarse en automóvil es caro (adquisición, impuestos, mantenimiento, estacionamientos, etc), y ya no hay capacidad en las calles para transitar a velocidades aceptables, puesto que a toda hora se forman enormes embotellamientos o ‘atascos’ como dicen los españoles. 

 

 El área metropolitana de Monterrey tiene cinco millones de habitantes y más de dos millones de automóviles. Esto significa que en promedio hay casi dos habitantes pr vehículo, siendo una de las ciudades con mayor tráfico vehicular en América Latina, un récord que para nada es digno de presunción, pues se pierde la productividad en los millones de horas – persona, trepados en un vehículo que nos transporte dentro de la Ciudad. Un vuelo comercial de Monterrey a la Ciudad de México, dura una hora y media, mientras que trasladarse de un extremo a otro de la Ciudad se puede tardar dos horas o más.