07/May/2024
Editoriales

El Totalitarismo

Es difícil imaginar un sistema de gobierno totalitario sin pensar en una dictadura. Son términos casi sinónimos, pues en el totalitarismo se ejerce el poder sobre todos los aspectos políticos de la población y termina haciendo lo mismo con su vida privada. El ejemplo clásico es el fascismo de principios del siglo pasado, y hoy día los regímenes totalitarios se asocian más con los sistemas comunistas.

Esto porque en ambos casos, totalitarismo y comunismo, es el estado el rector único de las actuaciones de toda la sociedad que trabaja como maquinaria de reloj en donde todo mundo tiene una función específica que cumplir, y por ello se obtienen buenos logros económicos comunes. Esto se consigue sólo sin oposición o competencia política legal, pues se cancelan muchas libertades individuales, suplantándolas por derechos generales, determinados por el líder gubernamental. Así, el gobierno controla estrictamente a las organizaciones de toda índole, llegando a establecer hasta los aspectos íntimos de los gobernados, como dónde debe vivir, qué deportes puede practicar, etcétera. Los sistemas totalitarios son proclives a mostrar unidos en ceremonias masivas a los grupos representativos de la sociedad, siempre apoyando a su dirigencia.

Esto, desde luego, politiza a la sociedad en grado superlativo, y el gobierno está en el centro –y en la razón- de toda acción individual. Es un sistema de gobierno que trata de dominarlo todo, que modifica el marco jurídico para contar con controles legales y hasta morales de los ciudadanos. El gobierno totalitario más conocido actualmente es el de Corea del Norte, país que se considera una amenaza para la paz de su región, debido a su agresiva actitud militar que se origina en el carácter de su líder único, quien no tiene ningún control ni otro poder que pudiera servir de contrapeso. Todo es según el humor con el que amanezca ese señor.