02/May/2024
Editoriales

Los grandes están condenados a escribir en papel

 

Hay en nuestro país un nuevo elemento que podría modificar el esquema político: un grupo que se autodenomina Guacamaya dio a conocer cualquier cantidad de datos confidenciales de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Desde luego que no es el primer ejemplo de ese tipo de hackeo, término que equivale a ‘jaquear’, que significa poner en jaque a alguien.

La fragilidad de los sistemas de comunicación electrónica replantean a los gobiernos del mundo, así como a las grandes empresas privadas si por su sobrevivencia necesitan salvaguardar (guardar a salvo) ‘a la antigüita’ informes, datos, y documentos importantes.

Porque antes de los correos electrónicos y las redes sociales, todo se manejaba en documentos y cartas escritas en papel que, ciertamente podían robarse o sacar copias, pero siempre había forma de identificar a quienes tuvieron acceso a ellas, y además la posibilidad de destruir las originales con el fuego o de alguna otra forma.

En cambio, ahora no es posible, porque en algún lugar del ciber espacio queda una copia del documento resguardado y en ello estriba el riesgo.

Cierto que la correspondencia escrita en papel es una fuente gigantesca de informaciones, y de deformaciones informáticas e históricas, pues posibilita la distorsión si se saca de contexto. 

Leer cartas de grandes personajes del siglo XVIII, por ejemplo, impresiona porque en ese tiempo estaba de moda -en privado- hacer referencia de enfermedades íntimas como las hemorroides, y quien no lo sepa, se asombra que hombres y mujeres encumbrados hablen de sus inflamaciones en tan incómoda parte del cuerpo humano.

También puede parecer mentira que Catalina La Grande se despreciara a sí misma escribiendo que era una ‘grafómana’ y ‘plantómana’ porque amaba escribir cartas y hacerla de jardinera en el palacio. 

Lo cierto es que la importancia del correo es indiscutible, pues nadie podría manejar o gobernar un Imperio grande sin enviar misivas por escrito.

Sólo basta recordar que la Nueva España jamás fue visitada, ni de chiste, por alguno de los reyes de España.

Para sustituir la comunicación escrita y las relaciones epistolares de antaño, ha sido necesario inventar el periódico, el teléfono, la radio, la televisión, el correo electrónico y las redes sociales privadas como Whatsapp.

Quienes guardan importantes secretos, deberían de escribirlos sólo en papel, so pena de que alguna guacamaya -externa o interna- les den tremenda exhibida como recién sucedió en la SEDENA