24/Apr/2024
Editoriales

Los Grandes Gobernadores de Nuevo León. Pedro Zorrilla, tercera parte

 

Historiando la gubernatura de Pedro G. Zorrilla, en los dos textos anteriores vimos la importancia de tener buenas relaciones con el Presidente de México, sobre todo en aquellos tiempos cuando el manejo del presupuesto era bastante discrecional. La buena relación de Zorrilla con Echeverría propiciada por Moya Palencia lo motivó a adecuar el aparato de gobierno estatal para que vibrara en la misma frecuencia que la federación. Gracias a la visión de Zorrilla, Nuevo León iba adelante con su Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado de la propia Federación.

 

Analizamos buena parte de su obra pública estatal, sus desencuentros con la Iniciativa Privada local, y con algunos medios de comunicación que lo criticaban con mordacidad cotidiana. De ambos entes de poder salían las versiones de que Pedro Gregorio Zorrilla Martínez se caería de la gubernatura, y sin embargo, según dicta el texto constitucional, entregó el poder ejecutivo del estado el 1° de agosto de 1979 a Alfonso Martínez Domínguez.

 

Termina su vida pública al terminar su gobierno

Zorrilla dejó la gubernatura y se retiró del servicio público. Es uno de esos inusuales ejemplares en la política mexicana que cumplen con el principio juarista de: “los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.

 

“Era el eterno acaparador de dieces”, dijo su compañero Carlos Fuentes

Pedro Zorrilla fue un funcionario honesto; al término de su gubernatura tenía la necesidad de trabajar. Y a partir de 1979 se dedicó a su otra pasión: la academia. Ya lo decía Carlos Fuentes refiriéndose a sus épocas de estudiante: “Zorrilla era el eterno acaparador de dieces”. Para finales de 1980 PZM dirigía el Instituto de Historia de la Universidad de Tamaulipas, espacio al que mejoró contratando a los mejores maestros traídos de otras entidades federativas y algunos expositores del extranjero; reorganizó el acervo de ese instituto y modernizó sus instalaciones.

 

Luego partió a la ciudad de México a dar cátedra de diversas materias de derecho en el Instituto Nacional de Administración Pública, donde enseñaba a sus alumnos no sólo conocimientos sino también valores patrióticos. De este instituto fue consejero y presidente, sitial desde donde promovió la investigación y formación profesional de servidores públicos.

 

Apoyador de jóvenes talentosos

Zorrilla fue un hombre optimista y de gran confianza en el futuro. Sabedor por experiencia propia de las ventajas que da el conocer de cerca las clásicas y las nuevas tendencias culturales, le apostó a la juventud becando a estudiantes desde que era gobernador y luego dirigente del INAP, para que se especializaran en Europa. Confiaba en que, una vez preparados, regresarían a innovar los diferentes aspectos de la vida pública. Algunos ejemplos son Sergio Elías Gutiérrez Salazar, Jorge Mendoza, Eloy Cantú Segovia, Gaspar Vázquez, Luis González Parás, Fernando Vázquez Alanís, y algunos más que lo hicieron por otros medios como Méntor Tijerina, José Natividad González, Fernando Margáin Berlanga y Mario Humberto Gamboa.

 

La justicia social, según Zorrilla

Pedro G. Zorrilla, como muchos de sus contemporáneos, soñaba con un México moderno y próspero impulsado por una juventud preparada para que los recursos naturales y humanos se optimizaran en favor de la nación. Para él, era prioritario conseguir ese estatus conocido como Justicia Social con acciones que mejoraran la vida de la gente dándole herramientas intelectuales aplicables en su desarrollo.

 

Creía en los mexicanos capaces de alcanzar un alto desarrollo personal y productivo, si podían acceder a una buena educación y a un trabajo bien retribuido. Estas ideas las plasmó en su obra escrita rebosante de conceptos profundos. Algunos de sus mejores textos son: “Responsabilidad política y responsabilidad administrativa”, “La administración federal y su mejoramiento en México”, “El nuevo Federalismo y la Constitución Mexicana”, “Nueva filosofía de los derechos y deberes de los mexicanos”.

 

Sus tesis de administración de la riqueza pública

Digna de destacar es la participación del doctor Zorrilla en el libro “Los valores en el derecho mexicano” de su amigo Sergio García Ramírez en 1997, que compila artículos de los grandes pensadores de México. Lo escrito por Zorrilla en esta obra no tiene desperdicio y se titula “Las normas jurídicas relativas a la administración de la riqueza pública”. Allí teoriza sobre los axiomas –valores- que deben regir en el estado de derecho moderno, para alcanzar lo que llama “el estado justo”.

 

La necesidad de que los gobiernos se aparten del absolutismo moderno imperante, para transformarse en sistemas que propicien libertades y derechos humanos. La formación “parisina” de Zorrilla lo acerca al pensamiento de los grandes del Siglo XX: Jaques Lacan, Norberto Bobbio, Paul-Michel Focault, y Ernest André Gellner. Ellos conciben, como producto de la post guerra y los regímenes fascistas, un estado que funcione en favor de los ciudadanos y no de una ideología, aceptando que el progreso y las garantías -o herramientas- sociales puedan ser la ideología.

 

No buscan un estado justiciero que sólo castigue al abusador, pues tenderá a confundirlo con su opositor político y querrá castigarlo. No. El estado debe cumplir sus obligaciones sociales -educación, salud- y respetar la individualidad del hombre.

 

Zorrilla criticaba –proféticamente- a los sistemas liberales que olvidan el liberalismo humanista para convertirse en meros compiladores de estadísticas económicas, confundiendo los indicadores estadísticos con el real bienestar familiar y personal. Afirmaba que ni la voracidad económica británica o estadounidense, ni la brutalidad de la arbitrariedad, han generado un estado justo.

 

El único instrumento de principios y valores colectivos deben ser las leyes

 

Elevaba el valor de las leyes a único instrumento para introducir principios y valores éticos que modelen la realidad cotidiana, a condición de que tales principios y valores sean de utilidad colectiva y no exclusivamente para grupos económicos o de poder.

 

La parte central de “Las normas jurídicas…” innova sobre el llamado impuesto a la riqueza, es decir que quienes han alcanzado el privilegio de acumular fortuna están obligados a pagar un impuesto especial para retribuir a la población general por ese privilegio. Hoy aún estamos lejos de aplicar ese concepto en México, pero naciones como España, Francia, Países Bajos, Liechtenstein, Noruega y Suiza, sí lo aplican.

 

Establece la obligación patriótica-moral de retribuir con impuestos el bienestar social, pues el dinero público es primero privado recolectado a manera de impuestos, o tomado de la riqueza natural -propiedad del pueblo no del gobierno- para alcanzar un progreso colectivo. Esboza un proyecto de nación que puede tomar otros nombres -social democracia, o estado eficiente- tema recurrente entre los grandes pensadores que avizora convertirse en el modelo de estado para el siglo XXI. Entre las profundas reflexiones de Zorrilla que nos dejó en sus discursos están: “En el sesquicentenario del estado”, “Libertad de prensa radio y televisión”; “Congruencia política”.

 

Zorrilla, el gobernador que modernizó la estructura de gobierno

Debemos recordar a Pedro Zorrilla como el gobernador que modernizó a Nuevo León, llevándolo de estructuras del siglo XIX a una organización gubernamental aún vigente en el Siglo XXI. Como quien estableció una nueva forma de coordinación entre la sociedad y el estado para hacer más eficiente el uso los recursos públicos. Es también uno de los gobernadores más cultos que hemos tenido, con una visión que transforma conceptos filosóficos en gobierno real. Zorrilla Martínez murió en 1999 en la Ciudad de México, en esa tranquilidad que sólo brinda la honestidad.

 

Fuentes:

Los valores en el derecho mexicano. Una aproximación, García Ramírez, Sergio, Coordinador, 1997.

Revista de Administración Pública INAP file:///C:/Users/Mayte/Downloads/MOMO/Nueva%20carpeta/Nueva%20carpeta/ 33500-30492-1-PB.pdf

UNAM

 https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/rev-administracion-publica/article/view/19040/17149